¿Al fin la OEA? | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Marzo de 2017

La OEA se ha caracterizado por su ineficiencia, lo que fue más notorio durante el período como Secretario General de José Miguel Insulza. Desde 1962 cuando la OEA suspendió a la dictadura cubana, decisión que le fue anulada en 2009 bajo la secretaría de Insulza, hasta ahora cuando la organización se dotó de un Secretario General de firmes convicciones democráticas y cuando el régimen socialista venezolano ha llevado a ese país a una terrible crisis humanitaria de increíbles proporciones, la OEA no desarrollaba un papel significativo.

Chávez promovió organizaciones paralelas (e inefectivas) a la OEA, donde no estuvieran Canadá y los Estados Unidos (Celac, Unasur, Sela). Ahora, bajo la dirección de Luís Almagro, de fuerte carácter democrático, parecería que la OEA, mejor dicho, la mayoría de sus miembros, ha decidido defender los derechos de los ciudadanos del continente y, si es del caso, imponer sanciones a los gobiernos que los violan.

Esta semana, ante la propuesta de Almagro de suspender a Venezuela según la Carta Democrática de la organización, el Consejo Permanente de la OEA, con la sola oposición de Venezuela y Nicaragua, que aducen una indebida intromisión en los asuntos internos del régimen de Caracas, decidió mantener bajo examen el desarrollo de la democracia en Venezuela y convocar una nueva reunión del Consejo para tratar sobre el establecimiento de un mecanismo diplomático formal para buscar una salida a la crisis venezolana. En palabras del embajador mejicano, "hay una preocupación mayoritaria genuina para que los Estados miembros juguemos un papel más activo, más directo" en la situación venezolana. No quiso el Consejo suspender a Venezuela, como vimos se había hecho con Cuba en 1962 y se reservó esta sanción como “último recurso”.

¿De veras creerán que el régimen de Maduro cambiara de actitud con estas amenazas de posibles sanciones y que se identificarán soluciones diplomáticas?  El gobierno de Caracas siempre responde con insultos y amenazas. Ha derramado toda clase de improperios sobre Almagro, amenaza con salirse de la OEA cuya existencia dice no tener sentido, atribuye las censuras al imperialismo gringo.

La invasión del territorio colombiano en días pasados y la amenaza de cuestionar las negociaciones con las guerrillas, son claras intimidaciones a nuestro gobierno, desde antes chantajeado por nuestros vecinos con el ascendiente que tienen  sobre Timochenko y Gabino y a quienes les ha ofrecido refugio. Interiormente, Maduro “aprieta las tuercas” cada día más. No solo no libera a los presos políticos, sino que ahora ha levantado la inmunidad a los parlamentarios, es decir, los puede encarcelar bajo cualquier pretexto. La OEA ha dado un paso hacia la democracia en el continente, pero arriesga quedarse corta. Esperemos que todo no quede en declaraciones diplomáticas, para “no dividir al continente”.