“El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias” | El Nuevo Siglo
Foto AFP
Sábado, 22 de Febrero de 2020
Redacción internacional
Así lo afirmó el papa Francisco en su mensaje a los participantes en el congreso “Yes to life!, cuidando del precioso don de la vida en su fragilidad” organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. EL NUEVO SIGLO publica un fragmento de ese mensaje, a propósito del debate sobre el aborto
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“(…) El confort care perinatal es una modalidad de tratamiento que humaniza la medicina, porque lleva a una relación responsable con el niño enfermo, que está acompañado por los operadores y su familia en un recorrido de atención integrada, que nunca lo abandona, haciéndole sentir calor humano y amor.

Todo esto resulta necesario, especialmente con respecto a aquellos niños que, en el estado actual del conocimiento científico, están destinados a morir inmediatamente después del parto, o a una corta distancia de tiempo. En estos casos, el tratamiento podría parecer un uso innecesario de recursos y más sufrimiento para los padres. Pero una mirada atenta sabe cómo captar el significado auténtico de este esfuerzo, encaminado a llevar a su cumplimiento el amor de una familia. En efecto, cuidar a estos niños ayuda a los padres a elaborar el luto y concebirlo no solo como una pérdida, sino como una etapa en un camino juntos. Ese niño se quedará en su vida para siempre. Y habrán podido amarlo. Muchas veces, esas pocas horas en que una madre puede arrullar a su hijo dejan un rastro en el corazón de esa mujer, que nunca olvida. Y ella se siente -dejadme decir la palabra- realizada. Se siente mamá.

Desafortunadamente, la cultura hoy dominante no promueve este enfoque: a nivel social, el miedo y la hostilidad hacia la discapacidad a menudo llevan a la elección del aborto, configurándolo como una práctica de ‘prevención’. Pero la enseñanza de la Iglesia sobre este punto es clara: la vida humana es sagrada e inviolable y el uso del diagnóstico prenatal con fines selectivos debe ser desalentado, porque es la expresión de una mentalidad eugénica inhumana, que sustrae a las familias la posibilidad de aceptar, abrazar y amar a sus hijos más débiles. A veces escuchamos: ‘Vosotros los católicos no aceptáis el aborto, es el problema de vuestra fe’. No: es un problema pre-religioso. La fe no tiene nada que ver. Viene después, pero no tiene nada que ver: es un problema humano. Es un problema pre-religioso. No carguemos a la fe con algo que no le pertenece desde el principio.

Es un problema humano. Dos frases solamente nos ayudarán a entender esto: dos preguntas. Primera pregunta: ¿es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es permisible alquilar un sicario para resolver un problema? La respuesta es vuestra. Este es el punto. No buscar en lo religioso algo que concierne a lo humano. No es lícito. Jamás eliminar una vida humana o alquilar a un sicario para resolver un problema.

El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias. Más bien, es el miedo a la enfermedad y la soledad lo que hace que los padres vacilen. Las dificultades prácticas, humanas y espirituales son innegables, pero precisamente por esta razón son urgentes y necesarias acciones pastorales más incisivas para sostener a los que tendrán hijos enfermos.

Es decir, es necesario crear espacios, lugares y ‘redes de amor’ a los que las parejas puedan recurrir, así como dedicar tiempo a acompañar a estas familias. Me acuerdo de una historia que supe en mi otra diócesis. Había una niña Down de 15 años que se quedó embarazada y sus padres fueron al juez para pedirle permiso para abortar. El juez, un hombre justo en serio, lo estudió y dijo: ‘Quiero interrogar a la niña’. ‘Pero es Down, no entiende...’ ‘No, no, que venga’. La niña de 15 años fue, se sentó allí, comenzó a hablar con el juez y él le dijo: ‘¿Sabes lo qué te pasa?’ ‘Sí, estoy enferma...’ ‘Ah, y ¿cómo es tu enfermedad?’ ‘Me dijeron que tengo un animal adentro que se come mi estómago, y para eso tienen que hacer una operación’ ‘No... No tienes un gusano que se come tu estómago. ¿Sabes lo que tienes ahí? ¡Un niño!’. Y la chica Down dijo: ‘¡Oh, qué bien!’.

Así, pues, el juez no autorizó el aborto. La madre lo quiere. Pasan los años. Nació una niña. Estudió, creció, se hizo abogado. Esa niña, desde que supo su historia porque se la contaron, siempre que era su cumpleaños llamaba al juez para darle las gracias por el don de su nacimiento. Las cosas de la vida. El juez murió y ella ahora se ha convertido en promotora de justicia. ¡Pero mira qué bonito! El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias (…)”.