¿Por qué asistir a un festival cultural? | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Hay Festival
Domingo, 11 de Febrero de 2018
Andrés Rivera

A FINALES de Enero se llevó a cabo la última versión de uno de los festivales culturales más significativos del mundo hispano: el Hay Festival en Cartagena de Indias. A raíz de una frustración personal de nunca haber podido asistir en persona, nació en mí una curiosidad particular.  Algo impaciente y hasta un poco masoquista quizá,  que me llevó a indagar al respecto para conocer un poco mejor lo que ocurría y así pudiera dedicar un esfuerzo extra para estar presente en la siguiente edición.

 

Al contemplar lo que ocurre en este festival me di cuenta de que en muchos otros eventos culturales por el estilo se movilizan elementos similares, que si logramos distinguirlos reconociendo su posible impacto, podrían animarnos cada vez más a asistir; en particular, asistir para aprender, compartir y aportar más que  simplemente a consumir, como suele pasar.  

 

El diálogo e intercambio cultural entre distintos representantes de varios países en sus diferentes disciplinas; ya sean artísticas, periodísticas, académicas o de otra índole, permite que los asistentes conozcan las problemáticas y las preguntas estéticas, sociales o políticas que cada autor o país está planteando; y especialmente, nos permiten acercarnos a su manera específica de abordar dichas preguntas confrontando y ampliando nuestras propias perspectivas.

 

Uno de los ejemplos más evidentes es el que gira alrededor de la violencia. Es una realidad que ha acompañado a la sociedad desde sus inicios, tomando diversas formas para manifestarse y nosotros adquiriendo nuevas herramientas para representarla, mitigarla, pero también para reproducirla. Al ser un fenómeno tan amplio y diverso los artistas pueden observarlo y penetrarlo desde diversas ópticas.

 

Casi al finalizar uno de los escenarios enmarcados dentro del festival, el Bogotá 39, en donde se reúnen 39 escritores menores de 40 años, viniendo de 17 países de Latinoamérica para presentarse y dialogar en más de 60 eventos  en 32 locaciones, logré asistir a un conversatorio con los escritores Juan Cárdenas (Colombia), Diego Erlan (Argentina), Diego Rabasa (México) y Mariana Torres (Brasil). Sus textos reflexionaban sobre diferentes aspectos de la violencia. Uno desde la violencia de ese silencio que nos obliga a reprimir y callar el dolor o la verdad, otro desde la violencia sutil de que son victimas los niños al estar dentro de un sistema familiar y las presiones o símbolos de los adultos, otro habla de las estructuras de poder en los sistemas políticos y la violencia que ejercen sobre los individuos etc.

 

El aspecto que más me llamó la atención de este tipo de conversatorios es la inmensa riqueza condensada en las respuestas, lanzando preguntas. Cada unos de los invitados tomaba esa pregunta y la llevaba hacia los lugares que había explorado durante su proceso creativo. De alguna manera estábamos siendo parte de algún tipo de conclusión en un proceso reflexivo de meses, y quizá años de escritura, lectura y discusión alrededor de una trama, de unos personajes o situaciones. Es fascinante.

 

Compartir perspectivas y estrategias de profundización exploratoria sobre temas que son de interés, relevancia o tal vez mera curiosidad nos abre a mundos de posibilidades. Al aportar en esos encuentros podemos contrastar y cuestionar dichos procesos, contenidos y conclusiones de los autores con los nuestros y así darle la oportunidad al diálogo para que todos los involucrados salgan con algo significativo en sus conciencias además de un fragmento nuevo de información.

 

Participar en este tipo de eventos permite ejercitar una de las capacidades únicas de los seres humanos: La metacognición, es decir, la capacidad de convertir nuestros propios procesos internos, ya sea emocionales, corporales o mentales, en objetos que se ponen frente al escrutinio de nuestra propia conciencia. En otras palabras, el ser humano puede reflexionar sobre el contenido y la manera en que reflexiona para tomar una posición al respecto, modificar el contenido u optimizar o redirigir el proceso. Estos escenarios que nos dan los festivales culturales ofrecen la oportunidad para ampliar tanto la perspectiva de mundo como de las dificultades y preguntas que nos confrontan.

 

Nos ponen de frente a realidades humanas de otras partes del mundo en donde se lucha y se expresa diferente. Es un escenario de aprendizaje enorme que se despliega dentro de un encuentro de fronteras culturales y semánticas limítrofes y desdibujadas, en donde permitimos que mundos y realidades extrañas se encuentren con la nuestra, que nos muestren sus tesoros y sus monstruos, sus fortalezas y sus miedos al tiempo que nosotros intentamos compartir los nuestros por medio de ese espejo deformado, aunque tal vez más transparente que cualquiera, que es el arte.

 

En el Hay Festival se fomenta una comunión entre la literatura, el periodismo, el cine, la música, las artes visuales y el medio ambiente enmarcada en un contexto de diálogo y celebración. Es una fiesta del encuentro en donde se promueve la acción social y la educación. Se abren eventos específicos para estudiantes universitarios en donde se regalan el 20% de la boletas para tratar temas como la creatividad desde un punto de vista antropológico hasta herramientas desde la neurociencia. 

 

Festivales como estos también promueven la asociación y cooperación institucional. Generan, convenios y alianzas con organizaciones privadas y públicas, locales e internacionales, con el objetivo de maximizar el impacto del evento, logrando que cada vez más personas puedan tener contacto con las actividades. En el festival también se inician programas continuados de animación a la lectura y comprensión lectora al igual que incentivos y concursos para motivar la creación artística desde diversas disciplinas.

 

A pesar de los condicionantes e intereses políticos y económicos, los festivales culturales son una celebración de la exploración, expresión y encuentro de lo humano a través de una de nuestras herramientas más inspiradoras, el arte.

 

 

(*) Literato y Psicólogo @AndresRivera89 Instagram: af.rivera233