PIB del narcotráfico vale más de $10,3 billones | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Miércoles, 14 de Febrero de 2018
Redacción Economía
Hay otras causas que hacen que la economía ilegal e informal impacte sobre el crecimiento del país, el alto uso del efectivo, la evasión y la baja formalización laboral son temas a los que se les debe que poner atención

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En momentos en que se anuncia un recorte en la ayuda que Estados Unidos brinda a Colombia para la lucha antidroga en cerca de 35% para 2109 y la próxima entrega del informe sobre cultivos ilícitos que al parecer continuaron creciendo en el país, la economía del narcotráfico y de la ilegalidad, impacta la economía nacional.

Se conoció que para 2019, el presidente Donald Trump solicitó US$264,4 millones frente a los US$391 millones de 2017.

Solo el narcotráfico marcó en 1,2% como porcentaje del PIB colombiano durante 2016, según los datos más recientes entregados por la organización de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, UNODC.

Un reciente informe entregado por el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos, Simci, sostiene que hasta 2016, la medición más reciente, el valor agregado de la producción y transformación de los cultivos ilícitos representa 0,4% del PIB nacional. Y a su vez, como actividad económica esta representa 3% del sector agrícola. Mientras que el tráfico de drogas llega al 1,2%, unos $10,3 billones de 2016.

 

Coca y posconflicto

Un análisis de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, sobre el tema señala que históricamente, la siembra de coca en Colombia ha sido muy elevada.

En efecto, el país contaba con 100 mil hectáreas cultivadas en 1998. A la altura de 2005, dicha cifra se había reducido levemente hacia 86 mil hectáreas, lo que se vio favorecido por la política de Seguridad Democrática del primer mandato de Álvaro Uribe.

Aunque durante el período 2006-2013 los cultivos de coca se redujeron considerablemente en Colombia, llegando a 48 mil hectáreas en 2013, durante 2014-2015 estos se incrementaron nuevamente.

Así, Colombia volvió a contar con cerca de 100 mil hectáreas de coca en 2015, duplicando los niveles de 2012-2013 para ascender hasta unas 180 mil en 2016 y ahora se espera el informe del Departamento de Estado de EU, que al parecer no favorecerá las cifras en cuanto a reducción de áreas sembradas de cultivos ilícitos.

Señala ANIF, "no podemos estar tranquilos pensando que el Estado ya se está apropiando de las rentas de la mafia a través de haber aprobado en la Ley 1819 de 2016 el cargo del IVA del 19% para el consumo medicado de marihuana, cuando todos sabemos que en la práctica lo que ha ocurrido es la aceptación Estatal del consumo recreacional de cuyas rentas ha continuado apropiándose totalmente la mafia".

El centro de estudios espera que “en la fase del pos-conflicto Colombia muestre un manejo “activo” de esta problemática, para así asegurarnos que combatimos de forma eficaz estas peligrosas tendencias globales de validación de las mafias del narcotráfico".

Lo que llama la atención de los expertos es que la producción potencial de base de coca se incrementó desde 797 toneladas métricas en 2015 a 1.069 en 2016, además de que la cantidad de territorio cultivado pasó de 95 mil hectáreas en 2015 a 146 mil, en 2016. %.

 

Más economía subterránea

No solo es narcotráfico lo que alimenta a la economía subterránea en Colombia. Aquí juegan un papel fundamental la informalidad, no solo laboral sino de muchas actividades productivas, el alto uso del efectivo, la eficacia tributaria, los aportes a seguridad social y la elevada regulación y procedimientos burocráticos.

El estudio que preparó ANIF indica que el tamaño de la economía subterránea limitada al sector informal representaba un 46,9% del PIB en 1985 en Colombia. En hora buena, dicha participación se ha venido reduciendo hasta alcanzar niveles del 33,2% del PIB en 2012.

Sin embargo el componente de evasión y elusión se incrementó del 2,4% del PIB en 1985 hacia el 2,7% del PIB en 2012, pese a los esfuerzos de control antievasión adelantados por la DIAN. Por su parte, los analistas estiman el tamaño de la economía ilegal en Colombia, entendida como lavado de dinero y financiación del terrorismo, donde se habría observado una reducción en la participación de dicha economía dentro del PIB.

 

Uso del efectivo

Los llamados medios de pago tradicionales, efectivo y cuentas corrientes habían sido la “herramienta” preferida para realizar transacciones de bienes y servicios durante los siglos XVIII-XX.

la extensión de la economía subterránea, ha dado lugar a la paradójica expansión del uso del efectivo con el fin de no dejar huella transaccional en el sistema financiero que pudiera delatar los movimientos de dineros ilegales o de aquellos que buscan eludir sus obligaciones con el Estado, tanto tributarias como las relacionadas con la seguridad social.

Por ejemplo, en Colombia y México, donde se observa un elevado tamaño de la economía subterránea, cercano al 40% del PIB, se ha estimado que cerca del 90% de las transacciones ocurren en efectivo frente a un 10% que se realizan a través de medios electrónicos y otros.

Países con economías subterráneas más pequeñas presentan un menor uso del efectivo. En efecto, en Chile, cerca del 38% de las transacciones se realiza en efectivo contra 62% transacciones electrónicas y otros y el tamaño de su economía subterránea es del 18,7% del PIB.

El efectivo también se ha visto fomentado por la “informalidad transaccional”, en donde la emisión de billetes de alta denominación facilita las transacciones en las economías formal y subterránea. Por ejemplo, en 2014, el billete de mayor denominación en Colombia era de $50 mil lo cual representa un 5% del ingreso per cápita mensual del país.

Pues bien, en 2016, con el nuevo billete de $100 mil, se tiene que este equivale a US$33 y, dados los ajustes de Paridad de Poder Adquisitivo, sucede que ahora representa un 6,8% del ingreso per cápita mensual de Colombia.

Sin lugar a dudas, esa emisión de dinero de alta denominación en Colombia va en contravía de evitar la “maldición del efectivo”, que son el “impuesto a las transacciones financieras”; y facilitar las transacciones de mayor valor, al tener que cargar con un menor volumen de billetes.