La indecisión conservadora | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Febrero de 2018

En el ejercicio de la política colombiana suceden cosas bastante curiosas y contradictorias. Una de ellas tiene que ver con nuestro muy querido Partido Conservador. Desde hace varios años éste ha venido invernando en un  "limbo" doctrinario y sin la guía de  verdaderos líderes. En  evidente contravía de su divisa: "el partido que decide", lastimosamente, se ha caracterizado por proyectar la imagen de una colectividad fragmentada, sin rumbo y sin destino.

Desde luego a esta situación no ha llegado en forma sorpresiva y mucho menos gratuita. Casi podríamos afirmar que su  sino divisorio forma parte sustancial de su ADN. Quizás obedece al hecho de haber contado casi siempre entre sus filas con  brillantes y aguerridos conductores que, por su carisma y egocentrismo, arrebataban  la pasión y la ceguera de sus huestes. Y tenían, empero,  grandes consignas y orgullosos ideales. Sin embargo, en la hora presente, el partido adolece de  los unos y de lo otro.

La  división actual de sus huestes se ha enquistado de manera tan profunda que hoy ni siquiera sabemos en cuantas partes está realmente dividido y cuáles han sido las razones que produjeron esas divisiones. Lo que es peor: el partido parece haberse acostumbrado a esta desvergüenza  y no se avizoran fórmulas salvadoras que lo vuelvan a aglutinar. Con dos millones de votos, contantes y sonantes, constituye una formidable fuerza electoral que, sin embargo, esta ciega y sorda ante las apremiantes necesidades del país.

Y como las desgracias acostumbran a no venir solas, su "club" de expresidentes está tan sólo conformado por dos egregias figuras, no propiamente doctrinarias, que llegaron al poder disfrazando al máximo sus orígenes conservadores. Como esas actitudes vergonzantes pasan factura, hoy no solo no le trazan al conservatismo su destino sino que, por su lado, coquetean con otras fuerzas que buscan reemplazar a nuestra histórica colectividad. En síntesis. No hay programas. No hay dirigentes. No hay partido.

Para empeorar el panorama, esa notoria ausencia en el campo de las grandes decisiones nacionales ha permitido que otros se adueñen  de nuestras banderas. Tales son los casos clarísimos del " Centro Democrático" con su líder Álvaro Uribe Vélez y el de  las "montoneras" que siguen a German Vargas Lleras. Ambos, a la limón como dicen los taurófilos, han invadido y ocupado el terreno de la derecha que dejo expósito y abandonado el viejo partido Conservador colombiano. Hoy nos contentamos con seguir la caravana, no con dirigirla. 

Adenda

El último de los "históricos", el senador barranquillero, Roberto Gerlein, ha hecho mutis por el foro, luego de cincuenta años de grandes aportes al partido. Y "los nuevos", donde parece estar Miguel Gómez, un muy valioso  heredero de  una gloriosa  estirpe, convertido en una golondrina que no hace verano.