Kremlin y oposición compiten por el voto de la “generación Putin” | El Nuevo Siglo
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Sábado, 17 de Febrero de 2018
Redacción internacional con AFP
A Rusia se la acusa de antidemocrática, pero ahora, al menos, tiene elecciones. A un mes de los comicios presidenciales, es casi seguro que gane el de siempre, aunque otros seis aspirantes desnudas su autoritarismo

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SIN PROGRAMA, sin debate y sin ningún adversario de peso, el dirigente ruso Vladimir Putin parece decidido a hacer lo mínimo posible para conseguir un cuarto mandato en las elecciones presidenciales del 18 de marzo. 

El presidente, que lleva 18 años en el poder, multiplica las apariciones públicas como jefe de Estado, pero evita las promesas habituales de los candidatos, los baños de multitudes y los mítines electorales. 

“Putin no hace una campaña electoral. Cumple con sus obligaciones presidenciales y esa es su campaña”, explica el politólogo Andrei Kolesnikov, del instituto de investigación Carnegie. “Es el único candidato sin programa. Es muy preocupante, es una prueba de desprecio hacia su pueblo”. 

Hay pocas dudas respecto al resultado de los comicios, de los que quedó apartado el principal opositor ruso, Alexéi Navalni, por condenas judiciales. Salvo una enorme sorpresa, Putin será presidente hasta 2024, casi un cuarto de siglo después de suceder a Boris Yeltsin al frente de Rusia. 

A un mes de las elecciones, un sondeo publicado el miércoles por el instituto VTsIOM, cercano al gobierno, le atribuye más del 71,5% de las intenciones de voto. Un dato superior al de su resultado en 2012 (63,6% de los votos) y muy por delante de sus adversarios. 

Putin rechazó cualquier debate televisivo con sus opositores y se negó a utilizar el tiempo de antena del que disponen todos los candidatos. A pesar de ello, es omnipresente en los canales de televisión que cubren cada uno de sus actos como jefe de Estado. 

En las calles, algunos carteles electorales lo muestran posando delante de un mapa de Rusia con el lema "Un presidente fuerte para un país fuerte".  Pero son más numerosos los carteles de la comisión electoral que animan a los rusos a votar. 

El principal reto de Putin es obtener una tasa de participación suficientemente alta para darle legitimidad a unos comicios cuyo resultado parece estar cantado. 

"Hemos vuelto a lo que esperábamos haber dejado atrás después de la caída del poder soviético: elecciones rituales en las que el resultado se sabe de antemano", escribió el columnista político Fiodor Krasheninikov, en el semanario opositor New Times. 

Campaña 'civilizada'

En esta campaña electoral sin suspenso, la imagen más memorable es la de Putin bañándose en un estanque helado durante la Epifanía ortodoxa. Cada acto en el que participa está organizado con sumo cuidado, con la prensa mantenida a distancia e invitados entusiastas. 

Para el periodista Oleg Kashin, del portal de noticias Republic.ru, Putin “no tiene intención de hacer nada en realidad, y esa es la principal información de estas elecciones presidenciales”. 

En cuanto a los observadores pro-Kremlin, el politólogo Nikolái Kalmikov celebra que la campaña sea “civilizada”.  El presidente hace “un verdadero trabajo concreto que da mejores resultados que intervenciones populistas que buscan ganar uno o dos puntos”, opina este experto de la universidad Ranepa. 

En ausencia de Navalni, que organizó manifestaciones con decenas de miles de jóvenes el año pasado y llamó a boicotear la votación, Putin debe lidiar con dos nuevos rivales: la opositora liberal Ksenia Sobchak y Pavel Grudinin, un hombre de negocios millonario designado por el partido comunista. 

Sobchak, una exestrella de la telerrealidad convertida en periodista, se propone reunir a todos los votantes rusos descontentos con los años de gobierno de Putin. 

Grudinin, director del "Sovkhoze Lenin", una empresa productora de frutas y de productos lácteos, está en segundo lugar en los sondeos. A pesar de una cobertura muy negativa en los medios, el instituto VTsIOM le da el 7,3% de las intenciones de voto. 

Para el experto Andréi Kolesnikov, la verdadera "incógnita" de esta campaña reside en esos dos candidatos: la capacidad de Ksenia Sobchak para crear un partido liberal tras las elecciones, y la de Grudinin para tomar el relevo al frente del partido comunista de Guenadi Ziuganov, su líder desde la caída de la URSS

El voto joven

Entre dos clases, la universitaria rusa Irina Papandopoulo enumera las cualidades que aprecia en el presidente Vladimir Putin: "Es fuerte, diplomático, cercano al pueblo, hace deporte".

Esta joven de 21 años que estudia turismo en Sochi (sur de Rusia) votará por primera vez en las presidenciales del 18 de marzo. Putin es prácticamente el único que ha conocido a la cabeza del país ya que desde 1999 es presidente o primer ministro.

La "generación Putin" despierta mucho interés desde que el opositor Alexéi Navalni movilizó el año pasado a decenas de miles de partidarios apenas salidos de la adolescencia, o todavía en ella.

El opositor, que se quedó sin poder presentarse a las elecciones, llama a sus seguidores a boicotear los comicios y el Kremlin intenta granjearse la simpatía de esta franja de edad.

El día del anuncio de su candidatura a un cuarto mandato, Putin asistió a un foro de la juventud. Cuando preguntó al auditorio si lo apoyaría si se presentara a su reelección, los jóvenes gritaron "¡Sí!".

Desde entonces acudió a varios eventos dedicados a la juventud y para seducirlos mejor nombró como jefa de campaña a Elena Shmelieva, que dirige un centro de desarrollo de jóvenes talentos en Sochi.

Menos de la mitad de los jóvenes de entre 18 y 24 años asegura que irá a votar, según un sondeo del instituto público VTsIOM, pero casi el 82% de ellos dice que votará por Putin.

"Su apoyo y aprobación al candidato Putin es más alto que en otras categorías" de edad, explica a la AFP Denis Volkov, del centro de encuestas independiente Levada.

Para animarles a votar, la unión rusa de la juventud, una organización que trabaja regularmente en eventos vinculados al Kremlin, organizó conciertos en institutos y universidades.

"La estabilidad es la llave del éxito", afirma la estudiante de derecho Diana Cheniakovskaya, de 21 años, como justificación a su apoyo al presidente ruso, quien suele blandir la amenaza del "caos" en Rusia y una vuelta a la agitación de los años 1990 si él deja el poder.

Un argumento que exaspera a Olesia Khristosienko, militante pro Navalni que pega carteles en un suburbio desfavorecido de Sochi pidiendo el boicot de las elecciones.

"Muchas personas tienen miedo del cambio", afirma, asegurando que lo único que permaneció "estable" bajo Putin es "la corrupción y el bajo nivel salarial".

"Lo que la gente piensa es que la situación es mala pero soportable. No se imaginan siquiera que las cosas podrían mejorar" con un nuevo dirigente, lamenta la joven de 20 años.