Día sin carro | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Febrero de 2018

Acabamos de pasar por el Día sin carro, cuyo objeto, aunque en ninguna parte está definido pero el ciudadano está en el derecho y la obligación de entender de la mejor manera posible cual fue el objeto. Sea lo primero observar lo que siempre se ha dicho y es que hay demasiados automóviles y que las vías de las cuales dispone la ciudad son incapaces para poder atender a los vehículos. Pero  la indisciplina de los conductores, no parece que sea el problema del transporte salvo coeducación para llegar a ser remedio eficaz. Lo cierto es que el Día sin carro de la semana pasada lo fue de solaz para quienes en alguna forma deben transitar por la ciudad. Bien parece que los vehículos cuyo tránsito estaba prohibido gozan de una importante serie de excepciones. Las personas que se dedicaron a la infantería ese día o a utilizar los servicios públicos de transporte, aunque pudieron darse cuentan que la cantidad de vehículos particulares que se vieron circular fue aparentemente grande.

Es evidente que la  ciudadanía bogotana dio un particular ejemplo de disciplina colectiva en hechos que son de interés para el país y también para la ciudad.  Éste ha sido un buen ejemplo para otro tipo de actividades que convoque a la voluntad colectiva. Es una actitud de los bogotanos con la cual pueden contar las autoridades locales. Estamos en vísperas electorales que no incluyen la elección de alcaldes;  nos faltan  un par de años.  Ya saben los futuros candidatos con qué y con quien pueden contar para plantear sus iniciativas.  A la vez que todos nos volvimos peatones resignados; caminar por los andenes de la ciudad no deja de ser una aventura. No hay que caer en la exageración de decir que los andenes son intransitables; sin embargo le hubiéramos agradecido al Acalde Peñalosa que junto con esta iniciativa que convocó el espíritu cívico de la ciudadanía a la cual respondimos todos con  alegría nos hubiera regalado por lo menos con la promesa de que los andenes serían arreglados, reformados y reconstruidos para hacer de ellos vías que dejen de ser amenaza para quienes tienen la osadía de transitar por ellos. Los peatones nos merecemos consideraciones y respeto mayor que el que se les da a los vehículos particulares. En esta oportunidad muchos tuvimos que circular por las calzadas para esquivar el mal estado de los andenes; afortunadamente la circulación de vehículos lo permitió sin correr graves riesgos. Vimos a más de una persona mayor estar a punto de caer por el mal estado en el cual se hallan muchos de ellos.

Señor Alcalde, debe Ud. sentirse orgulloso y satisfecho de gobernar una ciudad, con la clase de habitantes que se manejaron bien en este Día sin carro, pero tenga un poco de sensibilidad por los que a diario tienen que movilizarse a pie usando los andenes  tan peligrosos como los que se pudieron apreciar la semana pasada.