Decisión tardía | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Febrero de 2018

Desde el año pasado, prendieron luces de emergencia en Norte de Santander y en siete pasos fronterizos con Venezuela, ante la avalancha de migrantes a Colombia.

Autoridades, medios empresariales y organismos sociales en esa frontera de 2 mil 219 kilómetros, la más grande del país, advirtieron que el ingreso de venezolanos se percibía desde el año pasado en cifras superiores a las registradas por  Migración Colombia.

Esa oficina ha enfrentado una labor que no se desconoce, pese a pálidos controles colombianos, por fuera de Cúcuta, la puerta principal entre los dos países; el ingreso se desbordó por trochas y ríos de Arauca, Vichada y Guainía.

El volumen de migrantes superó la expedición de -tarjetas de movilidad fronteriza- la misma que se autoriza ahora, con el sistema que entró en vigencia para venezolanos, dispuesto por el Gobierno colombiano.

Residentes cerca de la frontera, calculan sin exageración, que los migrantes suman cerca de 2 millones de personas, con paso intensificado en noviembre y diciembre de 2.017.  Son cientos los que no se registraron, entraron por los flancos, norte y oriente del país.  

Muchos anticipan que no irán a reportarse en Personerías y Defensorías del Pueblo para oficializar su permanencia en Colombia, como lo exige la medida oficial vigente.

Tienen temor a una expulsión. “Lo más grave, sería regresar a Venezuela y caer en manos de la dictadura como delincuentes”, dicen quienes se encuentran en Bogotá. 

Se entiende que quienes portan pasaporte no tendrán problema con las medidas ahora establecidas para su residencia.

 Migración Colombia deberá orientar a los desplazados para evitar engaños de oportunistas que aparecen en las terminales de transporte de ciudades y poblaciones.   

El paso dramático es al amanecer, dicen hombres y mujeres, que ingresaron en avalancha por Cubará- Boyacá, municipio ubicado cerca del río Arauca, desde donde muchos, se ha disgregado por el país.

Esta columna en agosto y octubre del año pasado, transcribió ofrecimientos de  ONU en Bogotá, para organización y atención a  migrantes; La oferta se dejó de lado.

Ahora la estrategia del Gobierno anticipa cupos para  124 mil  desplazados en frontera y, en especial en Tolima, Huila, y Meta, departamentos ocupados con intensidad en los últimos meses.

Es acertada la presencia militar con 3 mil  efectivos, según lo dispuesto y será ojo avizor para evitar infiltraciones de narcotráfico y trata de mujeres y niños, fenómeno frecuente en concentración de desplazados.

El Plan implementado traza orden y protección. Ojalá la junta directiva integrada por ocho ministerios y un gerente sea epicentro de resultados favorables.

La estrategia no se refiere a trabajo para migrantes, que además es protección humanitaria válida, siempre que no desplace a colombianos. En Bogotá empresarios de comercio y servicios, lo hacen, para pagar menos a los venezolanos.   

El Plan creado para ordenar el desplazamiento tiene buena intención, pero es decisión tardía. Como siempre, el país atiende las prioridades de último.