Sembrarían menos arroz para más productividad | El Nuevo Siglo
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Domingo, 11 de Febrero de 2018
Redacción Economía
ENTREVISTA. Las disminuciones en áreas cultivadas se darán en Meta, Casanare y La Mojana

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El llamado que hizo el Consejo Nacional del Arroz a ser responsables y prudentes con las siembras del grano en el presente año, es el camino para estabilizar la comercialización y evitar que por causa de una superproducción se presenten problemas con el precio, tal y como sucedió en 2017.

El gerente general de la Federación Nacional de Arroceros, Fedearroz, Rafael Hernández Lozano aclaró que la recomendación de disminuir áreas de siembra en el presente año está orientada a departamentos como Meta, Casanare y parte de la Mojana Sucreña, que son consideradas zonas de secano. Dicha sugerencia no aplica para el departamento del Tolima donde cuenta con zonas de riego.

En 20187 el área sembrada del cereal fue de 600 mil hectáreas, lo que generó una reducción en los precios que la industria reconoce a los cultivadores.

 

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo evitar que se aumente el área sembrada de arroz?

RAFAEL HERNÁNDEZ LOZANO: El sector no debe caer con las nuevas siembras en sobreoferta; y además, hay que tener en cuenta que existen en bodegas inventarios para 3,5 meses de consumo. Se trabaja de manera acelerada para poder colocar excedentes arroceros en el mercado externo; de ahí, que a través del programa de modernización se busque competitividad.

 

ENS: ¿El año pasado de cuánto fue esa área sembrada?

RHL: El año pasado llegamos 600 mil hectáreas y la producción estuvo por encima de 3,1 millones de toneladas, lo que generó una sobreoferta en el país y el no haber entrado la industria a participar en el almacenamiento ese arroz quedó en el mercado. Terminado el año con 840 mil toneladas de arroz en bodega y fuera de eso no había fondos del Gobierno para brindar las ayudas ofrecidas a los cultivadores.

 

ENS: ¿Esa reducción de áreas de cultivo a qué regiones del país cubre?

RHL: Meta y Casanare y la Mojana que son zonas de secano donde disminuyen las siembras. No hay otras salida porque lo peor que puede ocurrir es tener excedente que se puede suplir con una importación pequeña de algún lado pero una sobre oferta lo que causa es una caída en los precios como viene ocurriendo.

 

ENS: ¿Eso no va contra la productividad del sector?

RHL: Lo más importante para 2018 es que no siga creciendo el área sembrada a nivel nacional, ya que si cae la cantidad de arroz sembrado, disminuye la oferta y por ende el precio del grano debe reaccionar favorablemente. Pero si se mantiene la tendencia y se conserva la misma cantidad de hectáreas que se sembraron durante 2017 el panorama va a ser complicado. Por eso mi recomendación es disminuir el área, de lo contrario terminamos el año con más de 800 mil toneladas de arroz almacenado. Esta es una tarea compleja convencer a los agricultores de que siembren menos, ya que este rubro logró en un año lo que se había proyecto en tres a través del Plan Colombia Siembra, es decir, la idea era que el país tuviera 100 mil hectáreas más en tres años, pero esa meta se superó en 40 mil en un solo año. Por ese motivo los precios cayeron y la situación del sector fue desafortunada.

 

ENS: ¿Con esta nueva política se estima de cuanto la producción de arroz en el país?

RHL: Se calcula que la producción de arroz sería 3,1 millones de toneladas este año. Mientras en 2017 fueron 2,9 millones de toneladas, aunque puede ser un poco más elevada la cifra debido a que la cosecha que se sembró en agosto, septiembre y octubre apenas se está recolectando.

 

Buscar mercados

ENS: Si hay excedentes de arroz, ¿por qué no buscar mercados externos para colocarlos, y diversificar así la oferta exportable del país?

RHL: Se han identificado unos 15 mercados para exportar el cereal, de los cuales seis, Canadá, México, Israel, Bolivia, Chile y Cuba tendrían 0% de arancel. Con otros, hay amplias posibilidades.

 

ENS: El gremio en su reunión de diciembre pidió revisar el TLC con Estados Unidos, ¿en qué va ese tema?

RHL: Desde el inicio de la negociación nos opusimos a que el arroz entrara en el TLC y se consiguió que la desgravación se diera a 19 años con seis de gracia, y  que los arroces que llegaran a Colombia desde Estados Unidos fueran sujetos de una subasta en ese país para que con esos fondos se pudiera construir infraestructura y mejorar las condiciones de los agricultores además de mejorar la asistencia técnica.

 

ENS ¿Se prevé ingreso de arroz de la CAN?

RHL: El año pasado hablaron de un acuerdo con Ecuador, pero ese arroz no llegó y ahora no va llegar, por dos razones. Primero no tiene todo el arroz Ecuador y los precios del cereal en ese país no dan para llegue a Colombia, porque allí está más caro en el país y llegaría a un precio superior al que se tiene actualmente en el país.

 

Cambio climático

ENS: ¿El arroz es uno de los cultivos más sensible al cambio climático, qué se hace para adaptarse a esos nuevos ambientes?

RHL: Bajo el objetivo de lograr la adaptación del cultivo de arroz al cambio climático e incentivar estrategias de manejo, estamos desarrollando trabajos conjuntos en investigación básica y aplicada, e intercambio tecnológico, con entidades nacionales como el Ministerio de Agricultura, Colciencias, APC Colombia, Universidad del Valle, Universidad de la Salle, Unitrópico, Conalgodón, Universidad Nacional, Universidad Distrital, Cortolima y Corporinoquia, e internacionales como Ciat, Flar, CCAFS, Jica, IICA, Nias, Unep, Kolfaci, Embajada Británica, y Universidades del Japón, de quienes hoy destacamos su valiosa participación.

 

ENS: ¿Qué se ha logrado hasta ahora en este aspecto?

RHL: Como de lo que se trata es de trabajar con resultados, no puedo dejar de mencionar uno de los más sobresalientes, producto de estos convenios que fue logrado en el Bajo Cauca. Allí, en virtud de los pronósticos que en el 2014 mostraban una disminución severa de las lluvias y un aumento de las temperaturas máximas y mínimas, se recomendó no sembrar en la época tradicional, lo que evitó a 170 pequeños productores, pérdidas cercanas a los $7.200 millones, que hubieran significado su descalabro económico. Este resultado, reconocido internacionalmente, es además un aporte al mantenimiento de la paz en una región que ha sufrido mucho por el conflicto.