Tillerson pisa suelo mexicano | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Viernes, 24 de Febrero de 2017
Pablo Uribe Ruan @UribeRuan

“Será largo y no sencillo”. Así definió el canciller de México, Luis Videgaray, la relación de su país con Estados Unidos, cuyo gobierno, encabezado por Donald Trump, ha dejado claro que implementará una serie de medidas que han causado diferencias “que subsisten, son públicas y notorias”, durante el primer día de la visita a México de Rex Tillerson, secretario de Estado.  

La comitiva del jefe de la diplomacia norteamericana, que incluye a John Kelly, director del departamento de Seguridad Nacional y encargado de implementar los memorandos migratorios firmados por Trump el martes, llega con una agenda bilateral repleta de temas, que están marcados por notables diferencias entre ambos países.

Debilitado por las encuestas, el gobierno de Enrique Peña Nieto recibe a sus pares norteamericanos en una prueba de “orgullo” que le puede servir para levantar su escasa imagen con el pueblo mexicano o sellar, de una vez por todas, su mala reputación.

Desde el 20 de enero, día en que asumió Trump, incluso antes durante la campaña, el presidente de Estados Unidos ha criticado a México por su política migratoria, comercial y de seguridad. Sin echar para atrás, como algunos esperaban al momento de su posesión, ha dicho que “el muro será una realidad”, “que los mexicanos son criminales” (antes de posesionarse), pero que son gente “estupenda, fantástica”.

Peña Nieto, cuyo índice de popularidad es del 12%, ha actuado de manera discreta, aprovechando la coyuntura para cancelar la invitación que le hizo Trump a Washington el 31 de enero. Esta vez, sin embargo, ha aclarado que Estados Unidos es su principal socio, por lo que pidió un trato “respetuoso” para llegar acuerdos mínimos.

En México, sus diplomáticas palabras han gustado poco. Golpeada por los calificativos de Trump, la gente ha sentido que a Peña le falta “coraje” para enfrentarse al líder norteamericano.

La visita

En ese contexto, Tillerson y Kelly llegan a un país que los recibe con todo, menos los brazos abiertos. Entre miradas llenas de desdén y apretones de mano desaforadamente fuertes, el canciller Videgaray ha recibido al jefe de la diplomacia norteamericana, para aclarar cuáles temas van a tratar.

Un día antes, había dicho que la directivas de migración serían “el primer punto de la agenda”, buscando centrar las conversaciones bilaterales en ese tema. Nuevamente, ayer aclaró “que el pueblo de México no tiene por qué aceptar disposiciones que de manera unilateral un Gobierno quiere imponer a otro”, minutos antes de encontrarse con Tillerson.

Al ser el anfitrión, México está manejando los hilos del inicio de esta nueva relación bilateral. La exigencia de un trato más duro y claro con Washington parece, por ahora, haber calado en la diplomacia mexicana. Mientras, Estados Unidos ha preferido manejar un lenguaje menos frontal al acostumbrado. La visita “es un comienzo muy alentador para la relación de trabajo con nuestro increíble vecino del sur”, dijo Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca.

Posibles acuerdos

Aunque ambos gobiernos han dicho que la visita no se centrará exclusivamente en la inmigración, las primeras declaraciones públicas, como era de esperarse, han sido sobre ese tema. La administración Trump ha propiciado el escenario para que los acuerdos entre ambos países, que tocan múltiples temas, se centren en este.

En la última semana de enero, Trump, cuando Videgaray volaba sobre suelo norteamericano, anunció que iba a construir el muro, obligando al canciller mexicano a devolverse a su país. El martes pasado, como si fuera una estrategia de gobierno, firmó los memorandos migratorios, en la víspera del viaje de Tillerson a México.

Por ese motivo, el primer día de la visita giró en torno a la inmigración y la seguridad. John Kelly aseguró que “Estados Unidos está comprometido a trabajar con México y con otros socios en la región para enfocarnos en las causas subyacentes de la migración ilegal desde Centroamérica”, demostrando que su país busca sellar acuerdos que eviten la migración masiva por falta de oportunidades.

“Lo que la propicia es la falta de oportunidades económicas, las peligrosas condiciones de vida", dijo el secretario estadounidense de Seguridad Interior, John Kelly, en la capital mexicana”.

Para tranquilidad de millones de familias mexicana, el jefe de Seguridad Nacional de Estados Unidos dijo que “no habrá deportaciones masivas”, en el momento en que se le preguntó sobre los memorandos que, entre otras cosas, exhortan a los agentes federales a actuar como oficiales de inmigración.

Kelly también dijo que dentro de sus planes no está detener a mexicanos que cruzan la frontera y enviarlos de inmediato a su país, sin procedimiento migratorio.  Esta medida hace parte de las disposiciones previstas en los memorandos, pero en su visita el encargado de seguridad ha desvirtuado que las autoridades vayan a proceder de esa manera.

Otros temas

La migración no será el único tema de la agenda. Si bien copó las conversaciones del primer día de visita, es claro que México y Estados Unidos necesitan aclarar cómo va ser su relación comercial y de qué manera van a encarar el narcotráfico conjuntamente.

Se especula que hoy, en el segundo día de visita, las delegaciones discutan los términos del “Plan Mérida” (el equivalente al Plan Colombia en México). Este corresponde a una alianza firmada por ambos gobiernos en 2007 con el propósito de combatir el crimen organizado, que por ese entonces empezaba a golpear a México, tras la declaratoria de guerra contra el narcotráfico que hizo el expresidente Felipe Calderón.

Según The New York Times, el presupuesto destinado –mil millones de dólares- al “Plan Mérida” aún no se ha ejecutado. Pero, bajo el argumento de lucha contra el crimen organizado, Estados Unidos le ha dado a México en los últimos años más de 2.8 mil millones de dólares, de los cuales aproximadamente 1.6 han llegado al gobierno de allá.

Sin duda, este punto será central en las conversaciones. México necesita esos recursos para afrontar una “guerra”, que, conforme a los cifras de los últimos años, está siendo pérdida. Igualmente, precisa definir el manejo de casi 25.000 millones de dólares que dejan las remesas de mexicanos que viven en Estados Unidos.

Washington, sin embargo, también necesita, más allá del tema comercial,  de la cooperación de México en materia de seguridad. El intercambio de información como listas de pasajeros a bordo y visados para ciudadanos de países potencialmente peligrosos es un interés inmediato de la administración Trump.