Los libros y la ideología | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Febrero de 2017

Si queremos averiguar cómo piensa alguien o qué orientación tiene sobre un tema en particular o sobre aquellos que generalmente dividen la opinión de las personas, lo preferible es acudir a las fuentes de su formación intelectual -si la tiene -, como las bibliotecas heredadas de los padres, los colegios y las universidades o el círculo de sus amigos, para aproximarse a la influencia cultural, política o ideológica que se pueda recibir en el proceso de formación.

Las bibliotecas familiares han sido tradicionalmente un espacio en el que los hijos se nutren de la lectura de textos que, en alguna época, no eran de fácil acceso; recordemos que en el pasado las bibliotecas públicas casi no existían.

De algún modo esa era la manera de influir en la educación de los hijos. Una biblioteca con muchos libros de historia, literatura o filosofía, pues es probable que los hijos se nutran de esa influencia. Lo mismo puede ocurrir con textos de física, de astronomía, de química, de disciplinas afines con las ciencias, o bibliotecas jurídicas o de profesionales de las ingenierías o la medicina.

Uno pudiera pensar que si en una biblioteca predominan los libros sobre el pensamiento bolivariano, resulta probable que los hijos profundicen en su lectura. También podría ocurrir con textos religiosos o de teología. Así, por ejemplo, el precursor Antonio Nariño, que era autodidacta, heredó la biblioteca de su padre en la que adquirió una gran formación humanística. Lo propio pudiéramos decir de Miguel Antonio Caro respecto de la biblioteca de su padre y abuelo. Alguna vez afirmó el doctor Álvaro Gómez que el suyo le recomendaba leer a Cicerón en su biblioteca.

Esas bibliotecas, que cobraban fama por su importancia, fueron, en algunos casos, el principal o mayor patrimonio de una familia que, como timbre de orgullo, se heredaba por los hijos y se trasmitían de generación en generación.

Según Walter Benjamín, “los libros que atesora una persona permiten deducir muchas cosas acerca de ella: sus gustos, sus intereses, sus costumbres. Los libros que conservamos y los que desechamos, los que leemos y los que decidimos no leer, todos ellos dicen algo acerca de quiénes somos.”

Si alguien quiere profundizar sobre las influencias en la mentalidad  totalitaria y bárbara de Hitler tiene que leer algunos de sus libros que reposan en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en los que se sostiene que la raza nórdica era la fuerza motriz de la historia universal.

Hoy el grueso de la opinión pública quiere conocer el pensamiento real de Donald Trump sobre los temas de la agenda mundial, para lo cual habría que establecer cuáles son los textos que han influido en su formación, así como los modelos de gobierno o los personajes que más admira. Hay preocupación porque las primeras medidas de su gobierno parecen estar regresando a la época del Acta de Inmigración de Estados Unidos de 1924 que impedía la inmigración de personas con mala salud con el procedimiento de “negar la nacionalización a ciertas razas …. Estableciendo cuotas de inmigración”.