Ricardo Cárdenas y La Manigua, obra que reabre el Mambo | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Juan Sebastián Cuellar
Viernes, 24 de Febrero de 2017
Andrea Cuervo

Desde los cinco años, Ricardo Cárdenas estudió en el Instituto de bellas artes en Medellín, porque sus papás querían que se dedicara a este oficio, pero cuando terminó el colegio decidió seguir por otro camino y estudiar Ingeniería Civil. Tras terminar sus estudios, sin embargo, se dio cuenta que lo suyo era la escultura. Desde entonces, se ha convertido en una de las esculturas más importantes de Colombia. EL NUEVO SIGLO habló con él a propósito de su exposición en la reapertura del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO)  

EL NUEVO SIGLO: ¿Por qué no continuó con la carrera de Ingeniería Civil?

RICARDO CÁRDENAS: Cuando estudié Ingeniería Civil, no estaba seguro tampoco de lo que quería hacer. Realmente lo que quería era estar en el campo y en la naturaleza. Nunca quise dedicarme al arte, jamás lo pensé. Siempre quise hacer arte, pero no me quería involucrar en este mundo, debido a que no me preocupaba por exposiciones, ni por hacer una carrera en el mundo del arte. Fueron las cosas que me han llevado a esto.

ENS: Al dedicarse por completo como artista, ¿Por qué decidió hacer esculturas?

RC: Porque la carrera de  Ingeniería  me parecía muy árida, que empecé a buscar conexiones entre la ingeniería y el arte, y lo que me gustaba de la naturaleza. Fue ahí cuando comencé a mirar estructuras del ambiente como los manglares,  los humedales y los nidos. Todo ese componente estructural que tiene una escultura fue la que hizo que me encariñara con ella. Debido a que desde pequeño miraba una y otra vez al maestro Negret, las esculturas de Mirón, los móviles de Calder, fue ahí donde hubo una conexión con la escultura, pero realmente no hice esculturas sino hasta que termine Ingeniería Civil. Esta se convirtió en un gran aliado en el momento de hacer y tomar decisiones, sobre todo en los monumentos que siempre tiene  complejidad para  que sean estructuras estables, permanentes, que perduran en el tiempo y que estructuralmente no se descomponga.

ENS: ¿Qué propósito tiene una escultura?

RC: De invadir un espacio, porque se apropian permanente o temporalmente de él. Sobre todo las esculturas de formato grande como “la Manigua” que le permiten a las personas hacer un viaje a través de la obra y no como cuando son de formatos pequeños que la mirada el ojo tiene que viajar a través de la obra. Esta obra le permite al visitante que recorra el espacio, se meta por esta Manigua, se enrede, se pierda así como pasa en muchas cosas,  una similitud poco particular o parecida como lo que pasa en la vida, que la gente se enreda, se pierde.

ENS: Desde que lleva haciendo esculturas ¿Por qué su propuesta ha sido una relectura de las formas orgánicas a partir  de la línea?

RC: A mí siempre me ha gustado el oficio del artista, de hacer arte. Creo que terminé haciendo esto porque a mí me encanta meterme al taller, me gusta hacer el oficio, manipular materiales y sentirme que estoy fabricando. En el momento que estudié Ingeniería Civil y tuve  trabajos en empresas que requerían disciplina, dibujaba algún elemento de la naturaleza: manglares, humedales, los nidos o los bosques, sobre una servilleta o lo que tuviera al alcance de la mano y comenzaba a repetir esa idea infinidad de veces, pero a medida que la repetía, era como si fuera pasando por un filtro, si se fueran limpiando elementos, que terminaban haciendo una composición de líneas, casi una atracción de la idea original.

En el tiempo que estaba en el taller involuntariamente lo que hacía era continuar los dibujos en volumen, darme cuenta de que todo lo que hay son líneas y lo que estaba haciendo era uniendo líneas.

ENS: Este sábado 25 de febrero usted presentará una nueva exposición en el MAMBO, ¿Qué expectativas tiene?

RC: Quisiera que el visitante tuviera varias lecturas al hacer y recorrer la obra, lo que menos me importa es si el visitante ve una manigua. Realmente el nombre es una referencia, casi para poder catalogar las obras. Los nombres a mí me preocupan porque pueden encasillar al espectador en lo que va a ver. Pretendo que el asistente tenga esa sensación de invasión de lo que es “La Manigua”, lo que es la obra. Podría llamarse de otra manera, pero lo que es importante es que sienta la impresión de irrupción, porque hay algunos puntos  de tensión y hay unas partes que superan la atura de las personas, causando una intrusión.

Me encanta que una obra efímera, porque lo único que van a quedar son las fotografías. No es una obra que se vaya a ir para otro sitio, es una obra fugaz que se desarma en tres meses Y se podrá armar en otra parte completamente distinta, nunca será lo mismo, no hay plano.  Eso me gusta como el misterio de lo efímero, estuvo, se fue y se desapareció.

Hay obras que se terminan y hay otras que se abandonan. Creo que esta se abandona, uno no pone el último elemento, uno tiene que abandonarlo, esta obra podría crecer indefinidamente. Estoy en el punto en que no sé cuándo termine,  si cuando se me acabe la manguera o cuando tenga que culminar porque se va inaugurar, pero habrá un punto final.