Izquierda de México se reoxigena | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Domingo, 26 de Febrero de 2017
Giovanni Reyes

Ridiculizando en México el sentido lógico del mandatario Trump, se puntualiza que quien ocupa ahora el 1600 Pennsylvania Ave. –la Casa Blanca, inaugurada en 1800 por el Presidente John Adams- llegó a China y vio que había un muro formidable, esto es la Muralla de ese país, la cual cubre unos 21,000 kilómetros de largo.  Había ese gran muro y allí no había mexicanos.  Ese fue el origen de la obsesión de completar el muro fronterizo de Estados Unidos con México.

El sentido a enfatizar aquí es la superficialidad “ejecutiva” del magnate convertido en presidente, su inmediatismo pasmoso y el desparpajo, cuando no la carencia de escrúpulos en cuanto a no ver los efectos indeseables y provocadores que sus actos, sus decisiones y sus declaraciones, generan. Es poco probable que la solución que el mandatario da a los problemas, sea tan sostenible como económica.  Parece no percatarse que, como es normal, las acciones tienen siempre resultados, pero también repercusiones laterales, deseables o imprevistas, efectos colaterales que pueden ser totalmente indeseables.

Eso es lo que está ocurriendo en México.  Las posiciones extremas de Trump, siendo consecuente con el voto de autismo y de ira que le dio las llaves de la Casa Blanca, están provocando reacciones airadas y contrapuestas en otros países, en particular en México.  Esto no es de gratis.  Este país está siendo fuertemente afectado por el fenómeno Trump.  Tan sólo un dato: desde mediados de noviembre pasado, el peso se ha devaluado casi en un 42 por ciento.

Esta devaluación ha promovido alza generalizada de precios en sectores relacionados con los bienes de primera necesidad, encarecimiento de las importaciones y con ello han emergido presiones inflacionarias.  A eso debe sumarse el “gasolinazo” que sufrió la sociedad mexicana a principios de año, cuando los combustibles aumentaron al menos un 20 por ciento.  Toda esta dinámica golpea a los más pobres, los más vulnerables que se estima, suman cerca de 57 de los 125 millones de mexicanos.

No sólo han sido las declaraciones altisonantes de Trump.  También los abiertos insultos y el desprestigio de la clase política tradicional mexicana, lo que se está imponiendo en el país azteca.  Con todo ello, los grupos de izquierda están teniendo una dosis de vigorización de la cual carecían al menos hasta hace dos años.  Al frente de las opciones políticas más alentadas está el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal (2000 a 2005) Andrés Manuel López Obrador (1953 - quien desde 2012, encabeza la agrupación Movimiento Regeneración Nacional.

Como era de esperarse, lo que Trump provoca es la polarización.  Esa fue uno de los aspectos más publicitados de quien fuera hasta el martes 8 de noviembre pasado, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton.  La aspirante se refería en particular a cómo la conducta, la campaña y en general la actitud de Trump provocaba a los yihadistas y se convertía en una “formidable máquina de reclutamiento” de la referida organización.

Desgaste político

En México, la reacción contra el estilo gringo más rechazable de hacer política y de llevar las promesas de campaña a ejecución como lo establece Trump, hace que se respalden posiciones tajantes o al menos nacionalistas que dan a conocer muchos de los partidos o agrupaciones de izquierda.

A ello se agrega el desgaste de la clase política tradicional -véase una representación de ello en la cinta “La Dictadura Perfecta” (2014) del director Luis Estrada-. Allí es donde se ubica el gasolinazo, estableciéndose que la razón fundamental para el alza en los combustibles ha sido un déficit fiscal que ha sido acicateado por el desfalco de fondos, el manejo turbio de las carteras de crédito público y para rematar de males, la relación que se establece con el último escándalo: el de la firma brasileña Odebrecht. 

Para decirlo breve: se estima que entre 2001 y 2016, esta firma con oficinas centrales en Brasil, llegó a pagar 439 millones de dólares en sobornos a funcionarios, legisladores y políticos en Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela.  Se estableció por parte del investigador Raymundo Riva, precisamente desde México en diciembre pasado, que “la firma Odebrecht se aseguró beneficios por más de 1,400 millones de dólares; al final todo con base en el vasto entramado de corrupción que logró establecer”.

Como si eso no fuera poco para desgaste de la clase política tradicional, pero en particular respecto al gobierno de Peña Nieto, aún está fresca en la memoria de los mexicanos, la humillante rueda de prensa que dio Trump junto al presidente mexicano.  Para el 31 de agosto pasado era claro el error de Peña Nieto de haber caído en una trampa invitando al que en ese entonces era un candidato agonizante en Estados Unidos, ello había contribuido a levantar una campaña a la Casa Blanca que parecía languidecer frente a las preferencias, que aun siendo estrechas, favorecían entonces a Hillary Clinton.

Por otra parte, López Obrador pasa la factura de la novedad y de las expectativas del poder.  Es, en un sentido contrastante y que se perfila como de confrontación, el modelo de rechazo a las élites que animó a muchos estadounidenses a confiar en Trump. Aquí la respuesta mexicana también es de nacionalismo.  Algo que se ha añejado en antagonismos de vieja data, incluyendo la lucha contra la droga.

Respecto a esto punto no se menciona por lo general que uno de los epicentros más importantes del problema es la demanda de la droga. Mientras existan casi 40 millones de estadounidenses drogándose, se generará una notable oferta, por más diques y frenos que se le coloquen a los canales de distribución, los estupefacientes tratarán de llegar a los consumidores.

No sólo no se menciona esa demanda, inelástica, para la cual no ha substitutos en los productos que son motivos de adicción, sino que nunca cae un narcotraficante estadounidense.  Y todos saben en qué barrios y vecindarios de las ciudades se mueve con mayor intensidad la droga. Al parecer sólo la policía y en general los cuerpos de seguridad nacional no han tenido acceso a esa información.

Aunque la izquierda mexicana puntee ahora en las encuestas, las elecciones son hasta el año entrante.  Es de tomar en cuenta también, la legendaria lucha entre las facciones de izquierda, en general la carencia que muchas veces han demostrado en cuanto a pragmatismo táctico u operativo. 

Sea cual fuere el resultado de las elecciones mexicanas de 2018, desde hace más de dos años, lo de Trump está siendo una lección permanente. Los países más desarrollados no compiten donde pierden y si van perdiendo tratarán de cambiar las reglas del “libre intercambio”.  La necesidad de integración política y de posiciones coordinadas y conjuntas por parte de Latinoamérica y el Caribe, es un requerimiento que de nuevo, tiene mayor vigencia.

(*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.