Imprudencias oportunistas | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Febrero de 2017

Por cuenta de un reportaje publicado con el tendencioso titular de “Arquidiócesis de Cali culpa a padres de abuso sexual que sufrieron sus hijos” comenzó en los medios toda una reacción histérica en contra de “los curas”. Grotescas caricaturas, apasionadas columnas de directoras de medios rasgándose las vestiduras ante tamaña afrenta, crearon el típico escenario que legisladores y doctrinantes extranjeros califican como juicio paralelo: Una influencia abusiva y a veces violenta de los medios sobre un juzgamiento para presionar un resultado popular, así sea injusto.

Nadie, tal vez porque no es popular, explicó el contexto de la defensa de la Arquidiócesis. Es una posición jurídica adoptada dentro del incidente de reparación integral de un proceso penal. El juicio penal ya culminó con la sentencia a 33 años de prisión del sacerdote pederasta. Ahora se trata de un juicio civil, en el que los padres de los niños víctimas de la salacidad de ese prelado, pretenden la nada despreciable cifra de ocho mil setecientos millones de pesos de indemnización.

Están en su derecho, pero la Arquidiócesis también lo está al defenderse. Héctor Patiño en la Revista Derecho Privado del Externado señala que “tradicionalmente la doctrina y la jurisprudencia han manifestado que el demandado en un juicio de responsabilidad tiene, por norma general, la posibilidad de defenderse atacando cualquiera de los elementos que se estudian dentro de la responsabilidad civil extracontractual”.

Cómo no va a ser legal, lógica y natural una defensa que planteé responsabilidad de los padres por no atender diligentemente al cuidado de sus hijos. La Iglesia Católica, como todas las iglesias, es una organización privada. De modo que si deben responder por el hecho de su empleado (asumiendo que el sacerdote lo es) pueden probar que otros contribuyeron al daño. Probablemente no los exoneren, pero reducir el monto indemnizatorio también es legítimo.

Cuánto hace que todos sabemos del riesgo que entrañan los adultos para los niños (sacerdotes incluidos). ¿Cuántas de las columnistas o de los directores de medios están dispuestos a dejar que un hijo suyo de 10 o 13 años pase la noche en la casa cural con el “señor cura”? Nadie. Y la razón es que saben y asumen que esa es una conducta riesgosa. Si sabiendo el riesgo lo hacen, son infractores del deber jurídico de protección de sus niños.

La propia defensa de la Arquidiócesis es paradójicamente herética. Frente al “dejad que los niños vengan a mi (…)” de Jesús (Lucas 18:16) advierten: “bajo su propia responsabilidad”, aquí hay gente potencialmente peligrosa.

Ser padre de familia imprime deberes jurídicos de cuidado. Los padres no pueden usar las iglesias como depósitos de niños o los colegios, hay que poner cuidado y parafrasear aquello de ¿“Sabe con quién está su niño ahora”? Si deja a su hijo o hija menor ir a una pijamada, por lo menos averigüe qué clase de adultos estarán y qué tan confiables son.

Dejen al Juez Penal del Circuito de Cali valorar toda la situación y decidir libre y soberanamente. No le impongan sus propios prejuicios.

@Quinternatte