Violencia contra la mujer, animal de mil caras: Gaviria | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Juan Sebastián Cuellar
Domingo, 26 de Febrero de 2017
Daniela López

Con una desgarradora historia de maltrato físico y sicológico a las mujeres, protagonizada por  un “animal” que se esconde tras  múltiples caras y unas víctimas que hacen del silencio “su cárcel”, el reconocido director Víctor Gaviria vuelve a la pantalla grande tras una década de ausencia.

“La mujer del animal” se basa en una historia real, ocurrida a una mujer del común, años atrás. Sin embargo su drama es el que viven, a diario, muchísimas de sus congéneres. Más que una denuncia es, según Gaviria, una lección de vida y una invitación a pasar a la acción para poner fin a la violencia intrafamiliar. Y agrega, que el problema de ésta no radica solo en el victimario, sino en todos aquellos que saben lo que pasa y no hacen nada para cambiarlo.

Uno de los rasgos característicos de Gaviria es realizar sus proyectos con actores naturales y esta cinta no fue la excepción. Está protagonizada por  Natalia Polo como Amparo  y Tito Alexander Gómez como El animal. Sus interpretaciones son tan reales como dramáticas. Y a lo largo de la cinta, ella pese al miedo y a su difícil situación, saca una fortaleza insospechada para impedir que el animal que tiene como compañero de vida continúe dañando la suya.

En cuanto a producción,  ésta tiene una fotografía interesante y está realizada en una zona donde la pobreza se ve a flor de piel. Es un  espacio muy arraigado y similar a donde ocurrió la historia original y por ello muchas personas que ven la película logran, sin mucho esfuerzo, identificar al animal y descubrir que como éste hay muchos más ocultos tras otras caras y más cerca de lo que se imaginaban.

EL NUEVO SIGLO habló con Gaviria sobre esta producción cinematográfica, que ya ha participado en reconocidos festivales y está de estreno en la cartelera nacional.

EL NUEVO SIGLO: ¿Dónde nació esta historia?

VÍCTOR GAVIRIA: Nace de la entrevista que se le hace a una señora para otro documental que estábamos haciendo. Es allí donde conocemos a Margarita y ella se nos presenta diciendo “yo  soy la mujer del animal” y a continuación nos explica su razón: “mi marido era un asesino, un violador, un drogadicto”. Sin embargo, en ese momento yo no le pongo mucho cuidado a esta historia.  Finalmente ese documental no se realizó y, otro día cualquiera, me volvió la idea de la mujer y dije: ¡ay… mira la entrevista de esta señora, tan interesante, tan tremenda!.  La entrevista tenía una estructura con un comienzo y un momento donde el destino de ella cogía para un lado, se puede decir que tenía mucha forma de relato. Decidí pedirle a mi amigo el video y lo transcribí. Ya después, volví a hablar con ella y allí fue cuando dije: ¡Hay que contar esta historia!

Luego en la segunda reunión que tuve con ella y con la hermana, quien en la película se llama Flor y la vida real Nubia, me pasó una cosa muy extraña. Estábamos en una casita muy estrecha cuando de pronto una cuchara o una cacerola se cayó en la cocina y generó un estruendo muy grande, entonces todos nos levantamos como un resorte, en especial Margarita y la hermana quienes dijeron: ¡ay, ay el animal, el animal!. En ese momento me doy cuenta que el animal no estaba muerto, aunque ellas hablaban del difunto. Al mirarlas descubrí  que  aún le tenían mucho miedo. Entonces Nubia dijo: ¡aquí va a haber un muerto don Víctor!.  Yo me reí, pero claro que me dio miedo también y me di cuenta que la historia estaba cargada de energía y miedo.

ENS. ¿Cómo fue el proceso para encontrar una productora?

VG. Desde el comienzo yo tuve un productor que fue Vladimir Peña. Él  me consiguió una oficina para trabajar  y me pagó durante un año, mensualmente, para que  hiciera casting. Yo  le había mostrado a él una parte elemental del guion, la cual en ese momento se llamaba solo “El animal” porque la historia estaba más enfocada hacia éste, pues era más fácil la imagen de él que la de ella.

Vladimir confió en mí y en la historia. Cuando la leyó me dijo ¡esta historia hay que hacerla Víctor, hay que hacerla como sea! Pero por el contrario yo tenía muchos amigos los cuales al leer el guion me desanimaban y me decían: ¡No, cambia de idea, que es esto tan horrible,  otra vez violencia!. Con  el tiempo me di cuenta que ellos se equivocaban, que esto no es solo violencia, es violencia de género, otra cosa totalmente diferente. Estas dos no se pueden igualar, pues son dos cosas muy distintas. Esta es una violencia del hombre contra la mujer, lo que la hace muy subjetiva y particular y es una violencia donde no se tienen ni excusa, ni argumentos para esquivarla. La tienes que enfrentar y tienes que denunciarla.

ENS. ¿Qué fue lo más difícil a la hora de realizar el proyecto?

VG. Para mí,  lo más difícil fueron las escenas de violencia, ya que ésta en cine es representativa. Por eso puedo decir que lo único que no es verdad en la película es la violencia. Porque obviamente no le puedes pegar a nadie, entonces en este caso hicimos un trabajo un poco rudimentario, pero siempre tratamos de hacerlo bien. Fue un trabajo en parte de coreografía, en donde los actores tienen que saber cómo caer si los empujan, como cogerse del pelo. Todo ello se practicó con expertos y eso fue lo que hicimos nosotros de una manera no muy elaborada, pero que existió.

También fue duro cuando al comenzar las escenas Tito le decía a Natalia: ¡Natalia perdóname, pero apenas digan ¡acción”,  yo no soy Tito, yo soy el animal.  Entonces todos quedábamos asustados  porque este “guevón” se volvía el animal que  pegaba,  empujaba, y así era con todo el mundo, con  todos los que actuaban con él. Entonces nos decían, “es que Tito nos pega,  no nos respeta. Este nos pega de verdad Víctor”.

ENS. ¿Cómo fue el acercamiento con las personas del barrio donde se grabó la película?

VG. Era una cosa triste porque nosotros estábamos haciendo una película, estábamos en un proyecto de vida muy de nosotros y esta gente estaba muy tirada en el suelo, muy tirada en la vida. Se veían señoras con niños, incluso muchachas de 25 años con tres o cuatro niños. Felices de tener una casita, pero al tiempo corriendo por la mañana para ir a trabajar,  a vender confites o cualquier otra cosa, dejando a los niños abandonados.

ENS. ¿Qué quiere decirle al público?

VG. Quiero invitarlos  a que vean “La mujer del animal”, que es una película con actores naturales,  vibrante, interesante, perturbadora, abrumadora y que a veces sacude pero que al mismo tiempo es de una gran vitalidad. Tienen que verla si quieren saber cual es este país y cuáles son los caminos que el cine colombiano va a tomar de aquí en adelante.