El factor Correa en la segunda vuelta | El Nuevo Siglo
Foto archivo Agence France Press
Jueves, 23 de Febrero de 2017
Pablo Uribe Ruan @UribeRuan

Ecuador celebrará, salvo que ocurran hechos extraordinarios, la segunda vuelta presidencial el próximo 2 de abril. El Consejo Nacional Electoral (CNE),  centro de numerosas críticas, publicó que con el 98,56% de los votos escrutados el candidato oficialista, Lenin Moreno, aún no alcanza el  40% necesario para ganar en primera ronda.

La autoridad electoral, cumpliendo el equilibrio institucional, no se ha comprometido a oficializar la segunda vuelta, aclarando que la totalidad de los resultados los dará a conocer hoy.

El martes, en cabeza de Juan Pablo Pozo, el ente anunció que le “tendencia era marcada” a favor de la segunda vuelta, desvirtuando, hasta ahora, un posible triunfo de Moreno. La diferencia entre Moreno y el 40%, tope decretado para ganar en primera además de una ventaja del 10% sobre el segundo, es ínfima, a primera vista.

Con casi todos los votos escrutados (98,56%), el oficialista logra un 39,33%, a falta de tan sólo 0,7 para alcanzar el techo legal. Pero este porcentaje representa miles de votos que, a escasas horas de conocer los resultados finales, termina determinado el futuro de las presidenciales ecuatorianas.

El “correísmo” se abstiene de reconocer el balotaje del 2 de abril; poco le conviene una segunda vuelta. Con los votos que le proporcionaría la coalición con Cynthia Viteri, exaspirante por la centroderecha, Guillermo Lasso alcanzaría una suma cercana al 45%, sin contar los votos de partidos minoritarios, quedando por encima de Moreno.

La distancia de Correa

La imagen de Rafael Correa cobra más vigencia ante una eventual segunda vuelta. Perder Ecuador para el socialismo latinoamericano sería  el comienzo de su fin en el continente, quedando en manos de una crítica Venezuela y de Bolivia que, si bien tiene cierta estabilidad, aún no asegura la reelección de Evo Morales.

El oficialismo ecuatoriano, casi en su totalidad, está construido a partir de su figura. Como en la mayoría de movimientos de izquierda en el continente, la personalidad del líder, carismático y polémico, ha sido el elemento esencial para el éxito del denominado “socialismo del Siglo XXI”.

Un poco más joven, el “correísmo”, corriente que nació en el entretanto de su primer periodo, tiene rasgos comunes con el “chavismo”. Su tono frontal contra las élites y la prensa se asemejan a lo que líder venezolano solía hacer. Además, es un movimiento sólido y ampliamente constituido por todas las regiones del país.  

Pero esta campaña presidencial, por lo menos hasta ahora, ha estado desprovista de su presencia. Poco o nada ha dicho antes de las elecciones presidenciales, salvo algunas palabras, evidentes, apoyando al candidato que busca continuar su legado, Lenin Moreno.

El Presidente estuvo más pendiente de la parálisis de la economía de su país y los escándalos de corrupción que rodean a su gobierno, antes que, como figura predominante del correísmo, hacerle campaña a Moreno, para que eventualmente ganara en primera ronda.

En abril del año pasado, las autoridades judiciales anunciaron que en la estatal petrolera, Petroecuador, había existido una enorme red de corrupción. Más de 80 personas fueron vinculadas al caso, en el mayor episodio de la historia del país. A este se le sumó el escándalo de la constructora Odebrecht, que terminó por  enredar más al gobierno.

Acorralado, Correa se ha defendido de las acusaciones que recaen sobre él. Pero, aparte de estos casos, ha tenido que afrontar la recesión económica producto de la caída en los precios del crudo, alejándose de las vigentes elecciones presidenciales.

¿Al ataque?

Este distanciamiento parece momentáneo. Aunque la economía decrece y el escándalo cobra más cabezas, el Presidente, muy seguramente, entrará de lleno en la campaña presidencial, en caso de que se confirme el balotaje.

De hecho esta semana, entre ataques y reivindicaciones de su gobierno, se le ha visto mucho más activo. En medio de rumores sobre un posible fraude, Correa ha señalado a la oposición como posible responsable de este. “Si alguien debiera hablar de fraude debería ser Alianza País. Todos los exit poll (4), excepto Cedatos, nos daban desde 40,6% hasta 46% de votos. Incluso con el margen de error estadístico de Cedatos también superamos el 40%”, escribió en su cuenta de Twitter.

Al igual que Lenin Moreno, Correa, sin quererlo pero ajustándose a la realidad del balotaje, ha empezado hacerse la idea que la continuidad de su corriente política ya no se definió el domingo pasado. Por ello, apuntó que “ya la partidocracia se une” y convocó a una marcha el 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer.

Para esa fecha, Lasso ya organizó una movilización opositora, generando un clima preelectoral marcado por la tensión en las calles. Al respecto, Cynthia Viteri, que ya se unió a su campaña, llamó a la unión y la movilización. “Vamos a salir a las calles igual, así declaren la segunda vuelta electoral, porque aquí se trata de defender la democracia", dijo al canal Teleamazonas.

En un mes, todo marzo antes de la segunda vuelta, Correa tendrá que contrarrestar el embate que Viteri le va a dar a la campaña de Lasso, convirtiéndolo en el favorito en los sondeos.

Su papel, a primera vista, parece similar al que jugó Álvaro Uribe en la segunda vuelta presidencial de 2014, cuando Óscar Iván Zuluaga, que venía de ser primero, logró, gracias a su figura, cerca de 7 millones de votos, pese a la coalición de partidos que se gestó alrededor del presidente Juan Manuel Santos, que lo llevó a la victoria.   El escenario, con múltiples diferencias, se asemeja en ese campo.

Correa será determinante para fijar cuántos votos personales, de él, puede jalonar a favor de Moreno, enfrentando a una coalición partidista entorno a Lasso. Así, volverá al terreno electoral, buscando proteger su legado.