Dudas por bondad de volver a horas extras | El Nuevo Siglo
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Lunes, 27 de Febrero de 2017
Redacción Economía

Actualmente, el debate para ‘revivir las horas extras se abre nuevamente con el Proyecto de Ley 172 presentado a la Cámara de Representantes y cuyo objetivo principal es derogar algunas de las disposiciones de la Reforma Laboral de 2002, en particular las relacionadas con la jornada de trabajo y el recargo dominical y festivo.

De acuerdo con la propuesta, la jornada nocturna debería comenzar a las 8:00 p.m., lo cual aumentaría en dos horas la aplicación del recargo salarial nocturno, que cabe señalar, es particularmente alto en comparación con otros países de la región.

Parte de las disposiciones registradas en la Ley 789 de 2002 buscaba brindar una mayor flexibilidad en materia de contratos laborales con el fin de promover la generación de empleo formal.

Con este fin, la reforma extendió la jornada de trabajo ordinario en cuatro horas, estableciéndola entre las seis horas (6:00 a.m.) y las veintidós horas (10:00 p.m.), de modo que la jornada nocturna comenzara más tarde y no existiera un recargo adicional por el trabajo realizado entre las 6:00 p.m. y las 10:00 p.m.

La lógica detrás de esto era facilitar la creación de nuevos puestos de trabajo. En este sentido, las empresas tendrían la posibilidad de tener dos turnos de trabajo de ocho horas en jornada ordinaria, sin necesidad de pagar el recargo nocturno, lo cual provocaría una mayor demanda laboral.

Adicionalmente, la reforma redujo el recargo por trabajo durante dominicales y festivos, del 100% al 75% por hora. Si bien se amplió la jornada laboral ordinaria, disminuyendo la aplicación del recargo nocturno y reduciendo así la carga laboral de los empleadores, se mantuvo un recargo uniforme de 25% sobre el valor del salario ordinario tanto para el trabajo nocturno como para las horas extras, ya sean diurnas o nocturnas.

Con estas disposiciones y otras contenidas en la reforma, el Gobierno esperaba impulsar la creación de alrededor de 160 mil empleos por año. Más de una década después de haber sido sancionada la Ley 789, el debate vuelve a abrirse.
Originalmente, se proponía volver a la jornada de trabajo ordinario anterior a la reforma (entre 6:00 a.m. y 6:00 p.m.) y ampliar el recargo dominical y festivo nuevamente a 100% por hora.

Sin embargo, tras el debate en la Comisión Séptima de la Cámara que se llevó a cabo en noviembre de 2016, se modificó el horario a partir del cual terminaría la jornada de trabajo ordinario (8:00 p.m. y no 6:00p.m.) y fueron eliminadas las disposiciones relacionadas con el recargo dominical y festivo.

Aun así, esta modificación continuaría sin permitir la realización de dos turnos laborales de 8 horas (de 6:00 a.m. a 2 p.m. y de 2.pm. a 10 p.m.), como sucede hoy en día. El argumento esencial de quienes defienden la iniciativa es que la flexibilización de 2002 no aumentó el número de empleos como se había previsto y en cambio sí deterioró las condiciones de los trabajadores, al reducir su posibilidad de acceso a recargos adicionales. 

Efectos de la Reforma Laboral

Un estudio de Fedesarrollo y Acrip sostiene que quienes están a favor del proyecto de ley sugieren que volver a las disposiciones anteriores a la reforma de 2002 tendría un impacto positivo sobre el nivel de ingresos de la clase trabajadora, en la medida en que facilitaría el cobro del recargo nocturno y aumentaría nuevamente la proporción del recargo dominical y festivo. Sin embargo, un análisis más detallado permite evidenciar los posibles efectos negativos de la reforma sobre el mercado laboral.

Aunque la evolución del desempleo es resultado de múltiples factores macroeconómicos y microeconómicos, lo primero que es necesario resaltar son los avances que ha tenido el país en materia de empleo y formalización en los últimos 15 años.

Por un lado, el desempleo se redujo de niveles promedio de 15,6% en 2002 a niveles de 9,2% en 2016. Así mismo, entre diciembre de 2002 y diciembre de 2016 se han creado más de 6,5 millones de puestos de trabajo, mientras que el número de personas desocupadas ha disminuido en cerca de un millón durante el mismo período.

Costos altos

La economía está atravesando una coyuntura difícil pero de manera interesante el mercado laboral ha resistido a los embates del choque del precio del petróleo y la desaceleración de la economía.

La propuesta elevaría los costos laborales, que si bien por supuesto mejora las condiciones económicas de muchos de quienes hoy tienen empleo, puede también tener efectos indeseados sobre la clase trabajadora.

Estos sobrecostos adicionales tendrían un efecto negativo sobre la demanda de trabajadores por parte de las empresas, en especial de trabajadores formales.

En este sentido, la iniciativa desincentiva la creación de empleos formales y, en su lugar podría incentivar la generación de empleo informal e inclusive impactar negativamente el desempleo.

En efecto, volver a la antigua jornada de trabajo ordinario incrementaría los costos laborales que asumen los empleadores, en la medida en que a partir de las 8:00 p.m. se ejecutaría de nuevo el cobro del recargo salarial de hora nocturna (35% adicional por hora trabajada), que en Colombia es particularmente alto en comparación con otros países de la región.

Justamente, Colombia es el segundo país de Latinoamérica que mejor remunera el trabajo realizado en horas nocturnas y el 27 a nivel mundial, según los datos más recientes.

Más aún, reducir la jornada de trabajo diurna impediría a los empleadores mantener dos turnos de trabajo de ocho horas, lo cual podría provocar una ola de despidos en las empresas que actualmente manejan esa modalidad de contrato.

De esta forma, la estabilidad del mercado laboral se podría ver afectada y los presuntos beneficios del proyecto de ley se verían reducidos a sólo una porción de los trabajadores.

Lo anterior podría generar efectos perversos sobre la economía a través de una menor productividad.

En la medida en que los empresarios no puedan mantener dos turnos de trabajo en una misma jornada, para intentar mantener su nivel de producción inalterado, los empleados se verían obligados a trabajar un mayor tiempo del óptimo, disminuyendo así su eficiencia.

Así, el aumento de la carga laboral para los empleadores no sería conveniente en la coyuntura económica, en la cual uno de los principales retos de la economía es mantener los avances alcanzados en materia laboral durante los últimos años.