Delirio en cierre de la Feria de Manizales | El Nuevo Siglo
Cortesía
Domingo, 13 de Enero de 2019
Hernando Suárez Albarracín

En tarde de verano, más de 14 mil aficionados colmaron los tendidos de la Plaza Monumental de Manizales, para presenciar el mano a mano entre los diestros españoles Enrique Ponce y Julián López El Juli, que resultó pródigo en trofeos, arte y emoción.

La corrida abrió con el toro Bengala, número 230 de 522 kilos, al que, a pesar de su fijeza justa, le faltó tranco en la embestida; sin embargo iba, acudía a las citas de Enrique Ponce, quien lo lidió con muletazos suaves y cuidándose de ahogarlo. Un trincherazo mandón para solucionar un arranque imprevisto y corte del trasteo porque el azabache agotó muy pronto su combustible. Espadazo hasta los gavilanes y primera oreja de la tarde.

El segundo del festejo fue una carretilla que permitió a El Juli deleitarse desde el comienzo, cuando ejecutó un quite por rogerinas. A diferencia de la faena anterior, esta sí tuvo espectacularidad, pero a cambio de sublimidad. Muletazos de rodillas, trincherazo para cartel, redondos eternos... pero el toro ameritaba una lidia artística, técnica. La dulzura de sus viajes lo llevó a acudir por los dos pitones con clase, pero faltó verlo en plan distinto a girar sobre su eje sin parar. Estocada tendida y trasera. Segunda oreja del mano a mano.

El tercero, de nombre Flamenco, resultó de embestida sosa, insabora, al que Ponce le tuvo que meter el engaño en los belfos para tirar de él porque tenía muy poca fuerza. Su fijeza y la ventaja de repetirse bien, permitieron una faena templada, lenta y muy técnica. Parecía que el toro crecía en juego, pero no; simplemente, el maestro de Chiva lo había embebido y lo tenía a merced. Espadazo desprendido y descabello. El toro no dobló pronto, pero tampoco tardó en hacerlo. El Presidente no atendió la petición de oreja.

Florista, toro que salió en cuarto lugar, también acusó falta de fuelle con embestida viuda de alegría; por eso la faena fue fría y por lo mismo meritoria, pues se requiere de mucho sitio para poder transmitir algo a los tendidos, como ocurrió, con un ejemplar de esa condición. Faena a la medida de la toreabilidad del astado. Estoconazo bien dirigido.  Tercera oreja de la corrida.

Lucida faena ejecutó Enrique Ponce a Periodista, quinto en suerte, un toro que evidenció un punto más de transmisión que los anteriores, en su acometida. El español exprimió al toro por ambas manos, con muletazos artísticos aunque no ligados, excepto los ejecutados en la primera serie. Sonó el pasodoble Feria de Manizales para premiar su labor y ejecutó dos veces la poncina para obsequiar al público, que anduvo todo el tiempo con él. Tercer espadazo, además bien dirigido. Dos orejas y locura en los tendidos.

El Juli no quería irse de la plaza con inferior número de apéndices cortados (el asunto iba 3-2 en contra) y salió a jugársela con Cafuche, último toro del festejo. Tuvo la suerte de dar con un astado de gran toreabilidad, al que le bordó una faena a base de derechazos y naturales adornados con molinetes, que llevaron emoción a los tendidos. Pinchazo y estocada fulminante. El Palco concedió dos orejas al torero de Madrid, para cerrar esta corrida y la feria taurina de Manizales.

El público, delirante, aplaudió emocionado a los protagonistas, que salieron, junto con el ganadero triunfador Miguel Gutiérrez, en hombros de los aficionados por la puerta grande de esta plaza que fue escenario de un extraordinario acontecimiento de arte, alegría y belleza.