Tres caminos | El Nuevo Siglo
Jueves, 18 de Enero de 2018

LA piedra angular que requiere el país para levantarse de la actual crisis institucional y de valores se llama confianza.

Es el principio y fin de las cosas. Si la nación recobra la confianza será posible andar caminos hacia la prosperidad social y el crecimiento sostenido e incluyente.

Para hacer posible que los hogares recuperen la confianza en el Gobierno, en la economía y en el país, será preciso actuar firme y con decisión política en tres frentes:

Revolución educativa para educar, enseñar, preparar, formar y fortalecer el conocimiento de la población.

Transformación en salud pública para que no haya un solo punto de Colombia donde no llegue la mano de un médico ni falte un hospital y menos medicamentos oportunos y de calidad.

Impulso en mano de obra para que creando empleos nuevos dignos, estables y bien remunerados le devolvamos fe y esperanza a cientos de miles de familias que carecen de sustento para poner pan en la mesa y vivir con dignidad.

Educación competitiva con maestros y docentes calificados, formados, instruidos, preparados y mejor remunerados.

Alumnos en escuelas, colegios y universidades con clases que respondan a  necesidades de una sociedad y una economía necesitada de enfoque social, productividad, ciencia, tecnología y emprendimiento.

Más claustros educativos en veredas, corregimientos, pueblos y ciudades intermedias, que brinden enseñanza gratuita, pero eficiente y  de altos estándares internacionales.

Nivelar salarios de maestros y ejercer estricto control sobre su formación para que lleguen a clases bien pagos y mejor preparados. No es justo que un maestro labore todo la semana, dedique su vida a la enseñanza, y sus ingresos sigan siendo precarios, incompletos.

En cambio, políticos ganando tanto y haciendo daño.

Colegios públicos o privados, ese no es el dilema. El quid del asunto es el nivel educativo y bonificar bien a maestros. Hoy nuestro sistema educativo es mal remunerado, obsoleto, mediocre y sin innovación. Nos ronda el analfabetismo. Nos devora la pereza por la lectura.

Salud no debe seguir postrada. Debemos subirle las defensas. Es necesario intervenir al enfermo y cirugía va a ser costosa. Hospitales en lugar de ineficientes EPS, más puestos de salud rurales y urbanos, promover el empleo de los médicos y enfermeros y compensarles esfuerzo universitario y profesional.

Galenos bien pagos y promovidos con incentivos para que trabajen en caseríos, pueblos y poblaciones vulnerables. Médicos competentes y con ética que vean al paciente o al enfermo como una persona, como su complemento, no como un objeto que se ve de afán, se receta y se marcha.

Salud no debe seguir enferma. Atención hospitalaria no puede agonizar por falta de camas, equipos de procedimiento, personal médico, enfermeras, y lo peor, por carencia de medicamentos.

 

No se puede negar al ciudadano lo que está pagando. Si cotiza, es beneficiario, no hay derecho a que mendigue una cita de control, con el especialista y que se implore medicamentos, casi siempre los mismos genéricos baratos y repetidos.

Un pueblo sin buena salud pública es un pueblo enfermo.

Salud se la robaron, pues entonces echemos mano del dinero del Estado y la capitalizamos. Si hay para tanta cosa inútil, démosle a la salud.

Empleo para darle esperanzas a la población de que vendrán tiempos mejores.

Si locomotoras del desarrollo económico no mueven el trabajo en campos y ciudades, crecimiento seguirá siendo raquítico y concentrado.

Urgente viraje a política de empleo del Ejecutivo y sector privado. Estímulos fiscales, alivios financieros, estabilidad tributaria, apoyo a exportadores, acompañamiento al nacimiento de empresas, crédito barato y oportuno a pequeños negocios y emprendedores, reanimarían el empleo.

Dar empleo a un colombiano al borde del desespero es un buen nuevo comienzo.

Medidas audaces con imaginación y solidaridad económica para emplear operarios y profesionales que este jueves se aferran a milagro de una vacante.

Un país rico en recursos, pero qué pobre en oferta laboral.