Quisiera que fuéramos bien | El Nuevo Siglo
Miércoles, 31 de Enero de 2018

Todos los días vemos las noticias buscando informes positivos de lo que sucede en nuestro país y que nos permitan ver la luz al final del túnel en el que nos encontramos.

Hace pocos días nos encontramos con una noticia de este tipo. Anunciaban el incremento internacional en el precio del petróleo, que nos beneficia como productores, y que hizo que el peso se fortaleciera. Sin embargo, venía acompañada de la preocupación frente a la dificultad de encontrar nuevos pozos petroleros, lo que limitaría nuestras reservas a los próximos cinco años.

Todos igualmente intentamos ser positivos. Sin embargo y desafortunadamente, a veces esto se dificulta cuando las noticias exponen los diferentes escenarios difíciles que brotan todos los días.

Se encuentran más hechos de corrupción; la inseguridad, los atentados, los secuestros, los atracos, y hasta los asesinatos producto de estos delitos aumentan cada vez más; se caen los puentes que han sido galardonados como obras de importancia para el país, algunos bloqueando carreteras principales; las reformas tributarias imponen impuestos integrales hasta del 72%; también incrementan los cultivos de coca; y la presencia de capos (algunos extranjeros) así como de la guerrilla no cesa.

Mi sueño de optimismo se va agotando y mi intención de escribir cosas positivas de mi país se desborona con todas estas noticias. Cuando viajo al exterior y  aprovecho para oxigenarme, consciente tristemente de que hay muchos que no pueden darse este lujo y viven estas noticias en carne propia, de cerca, día tras día, no escucho mejores opiniones que las que se comparten dentro de Colombia, el optimismo también se está perdiendo. Está claro que la imagen de un país en paz tras el acuerdo de La Habana se va desvaneciendo. Al principio se creía que el conflicto armado era tema del pasado, pero las noticias, como las mencionadas, transmiten otra perspectiva. Muchos extranjeros no entienden qué sucede en Colombia y están extrañados de su situación. Quienes pensaban invertir aquí, se encuentran confundidos ante tanta incertidumbre y se han replanteado esos planes. Otros grandes inversores, como el caso de Gas Natural Fenosa, han vendido en un abrir y cerrar de ojos sus participaciones en las sociedades que tenían en Colombia, aún a pesar de la larga historia y tradición que llevaban con ellas, ante la evidente inestabilidad e inseguridad política y jurídica que refleja nuestra realidad.

El acuerdo de La Habana que se firmó con la guerrilla más grande y antigua del país, pero no la única; aún queda otra organización guerrillera, varios grupos denominados bacrim, y otros narcotraficantes.

Pero a todo esto se agrega la desconfianza de los colombianos en su gobierno y el suspenso en los planes de inversión que produce un año electoral. Por eso, todos los colombianos -sin excepción- tenemos que cumplir un papel desde cada posición ideológica o política; salvar a nuestro país. Es la hora de participar todos en elegir a los mejores y a quienes puedan conducir con preparación, inteligencia, experiencia y compromiso nuestra Nación. Y sobre todo, a quienes estén alejados de los escándalos de corrupción y tengan sus valores de la ética y la moral a toda prueba