Dementes | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Enero de 2018

En Barranquilla, la “Capital de Vida” según el lema de la actual administración distrital, o la “Puerta de Oro” como tradicionalmente se le conoce en el país, se acaba de perpetrar uno de los atentados más cobardes y siniestros de que da cuenta la ya de por sí tenebrosa historia de atentados que han enlutado este país.

A la hora de la formación, cuando los casi 50 efectivos de la estación de Policía del Barrio San José de la capital atlanticense se encontraban en completa situación de indefensión, fueron sorprendidos por la detonación de por lo menos dos artefactos explosivos que acabaron con la vida cinco efectivos de la Policía Nacional.

Hay un capturado. Un individuo de Bogotá, residente en el sector de Suba de la capital de la República. Y un comunicado aparentemente del ELN en el que reivindica el salvaje atentado. Un comunicado extraño por el lenguaje que usa pero que al parecer es auténtico según expertos de las FF.AA a los que consulté sobre el particular.

El evento es grave en sí mismo considerado. Pone de presente, una vez más, la demencia que siempre ha caracterizado la banda criminal supuestamente autora del atentado. Los ataques contra policías en formación son propios del terrorismo fundamentalista. Hemos sabido de su práctica en Afganistán, pero no en estos lares. Y significa una variación radical en la estrategia de un grupo armado que supuestamente se autodefine como guerrilla con fines políticos.

Extraño que una organización armada que hunde sus mitos fundacionales en una evidente tergiversación de las teorías de la teología de la liberación, pero que en todo caso reivindica (¿o reivindicaba?) el catolicismo de sus fundadores, sacerdotes en su mayoría, Domingo Laín, Manuel Pérez y Camilo Torres, haya optado por atentar contra lo que más reivindica ese credo: La vida humana.

Y es más extraño aún que ahora haya virado hacía el terrorismo puro y duro. Acaba de atentar contra un cuerpo civil que aunque armado es por definición un cuerpo civil. Lo acaba de hacer a sabiendas de la indefensión de sus víctimas. No planteó un combate, sino que aprovechó la hora de la formación para volarlos a mansalva y sobreseguro. Vulneró de manera descarada el principio de distinción al hacer un atentado terrorista no solo contra un cuerpo civil, sino dentro de un barrio normal de una ciudad populosa con absoluto riesgo para la población civil, para los bienes de ellos y para su vida e integridad personal.

Se autodefinen como una organización política, pero desde ese punto de vista, el atentado de Barranquilla puede ser su peor error. No tiene ninguna justificación y ocurre en vísperas de elecciones, lo que naturalmente fortalecerá las posiciones anti diálogo o pro confrontación. ¿Quién en sus cabales políticos va a querer negociar con una banda armada cuyo único propósito es la prolongación indefinida de la violencia?

Si no tienen la más remota posibilidad de obtener el poder o de generar algún cambio estructural en la sociedad, ¿Por qué seguir matando, secuestrando, o volando oleoductos es una acción política? ¿No va siendo hora de pensar en la desaparición del delito político del orden jurídico?

@Quinternatte