Archivo General: 150 años custodiando la memoria nacional | El Nuevo Siglo
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Sábado, 20 de Enero de 2018

Un refugio para los estudiosos, una cripta mágica y un tesoro invaluable para la nación, son algunos de los adjetivos que se le pueden asignar a una de las instituciones más importantes que tiene el país, el Archivo General de Nación (AGN). Sin embargo todos estos calificativos son insuficientes para describir la titánica labor y la connotación que tiene esta institución. Y cómo no, si ha sido por 150 años la joya documental de los colombianos.

Más que un archivero o una biblioteca de invaluable significado, es una cápsula que recoge, restaura y almacena documentos y archivos de importantísimo valor histórico, ya que dentro de sus escaparates reposan escritos que van de la época colonial hasta nuestros días, siendo estas las pruebas que nos permiten reencontrarnos cara a cara con la historia.

El silencio de sus grandes salones contrasta con la viva voz de la información y los datos que se esconden dentro de ese océano de papeles, la cual pide a gritos ser revisado, no sólo por los expertos sino por todos los colombianos que necesitan urgentemente reconectarse con su pasado, con lo conocido o lo inédito, para así nunca olvidar los hechos que han marcado la trayectoria de esta nación.

Sin embargo, para nadie es un secreto que quienes más sacian sus curiosidades e incertidumbres son los historiadores. Y precisamente son ellos quienes deben explicar lo inexplicable: el valor real de este gran cofre, dado que este es más grande de lo que se piensa.

“Tener un archivo nacional bien alojado y mantenido es de una enorme importancia en una democracia, no es un asunto menor que interesa sólo a los historiadores”, le dijo a EL NUEVO SIGLO el reconocido historiador, Malcom Deas, quien además le atribuye al expresidente Virgilio Barco no sólo la construcción de la edificación, sino el reconocimiento que se merece este enorme disco duro.

Adicionalmente, dice que quienes desprecian su invaluable valor son personas inescrupulosas, que desean que todos los ciudadanos no tengan acceso a los innumerables secretos que allí se esconden, pues el catálogo es tan amplio que se pueden encontrar datos increíbles sobre cualquier época y género.

Por ejemplo, uno de los tesoros documentales que se guardan dentro del gran edificio construido por el reconocido arquitecto Rogelio Salmona son los documentos exclusivos de la época de la independencia, donde se pueden admirar numerosos escritos firmados por los mismísimos próceres. Inclusive, dentro del AGN, reposa el testamento original de Francisco de Paula Santander.

“Para lo que yo investigo y busco, han sido muchos los documentos que tienen un valor indescriptible, como los que registran los movimientos obreros del siglo pasado, o algunos que incluso pertenecieron a Camilo Torres”, dijo el también reconocido Mauricio Archila.

El catálogo es amplio, lo que representa un ‘baloto’ para cualquier admirador de la historia, investigador o curioso, ya que con algo de suerte se puede dar con documentos que cambiaron el curso del país, como proyectos de ley, actas, acuerdos, entre muchos otros. Eso sin contar, que son los encargados de mantener viva la memoria de 27 pueblos indígenas, pues no existe otro lugar que tenga toda la información que aquí se contiene.

Cortesía

Labor titánica

Pero allí no para la misión del Archivo General, pues aparte de promover el conocimiento y los datos, esta entidad también busca la forma de que cualquier ciudadano, no sólo colombiano sino del mundo, pueda acceder a los archivos anexos a este, como el de la presidencia.

Además se ha fijado una meta clara: digitalizar y dejar disponible los más de 150 millones de folios que se guardan dentro de sus muros, logrando así, convertirse en un lugar de puertas abiertas para descubrir un poco más sobre la identidad nacional.

Este gran repositorio de la memoria documental, como lo llama Archila, es una cueva que permite tener de primera mano cualquier dato del país, gracias a que todo el personal que contribuye a su labor es dedicado y con gran conocimiento, siempre presto al servicio, dejando así, una invitación extendida para nunca dejar de ir, tal como lo menciona Deas: “Agradezco mucho a los que trabajan allá, a todos los archiveros, muy corteses y con tan buena disposición a ayudar”.

Agrega que le debe mucho a los archivos que ha hallado en su interior, y que para él es un remordimiento no haber pasado más tiempo buscando entre los libros.

Esta trayectoria de 150 años es imposible de retratar por medio de las palabras, pues la misión de poner al servicio público el conocimiento y las fuentes primarias para la historia, no tiene valor alguno. Además es de vital importancia comprender que los documentos que allí se guardan, deben ser valorados como lo que son: un tesoro.