Trump y el medio ambiente | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Sábado, 28 de Enero de 2017
Alvaro Sánchez

Hace pocos días escribí en estas líneas sobre el impacto que significaría para el medio ambiente una victoria en las elecciones de los Estados Unidos de Donald Trump. La cuestión surgió por un tuit suyo en el que aseguraba que el calentamiento global era un invento para atacar la economía americana. A los pocos días de posesionarse estamos viendo que muchas de las cosas que nos preocupaban se están haciendo realidad.

Recién sentado en el sillón presidencial Trump prohibió, entre otras cosas, la utilización de cualquier referencia al cambio climático en los sitios y documentos oficiales; acto seguido firmó un decreto que prohíbe a la EPA (Agencia norteamericana de Protección Ambiental), que actualice sus sitios web, sus redes sociales, sus blogs o que publique o entregue al público información sobre su gestión del medio ambiente, o sobre la protección del mismo. De igual manera prohibió a la EPA recaudar fondos para sus actividades o realizar nuevos contratos, esto entre tanto el Congreso aprueba el nombramiento del nuevo director de la agencia.

El problema no es solo retórico, el presidente Trump procedió a contradecir una decisión de su antecesor que negaba la construcción de dos grandes oleoductos aduciendo que hacerlo causaría daños graves al medio ambiente.

El nuevo titular de la Casa Blanca aprobó la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access y el principal argumento para la toma de esta decisión fue la generación de empleo, que superaría las 40.000 plazas, mejorando de manera significativa los índices de desocupación en la zona.

El cambio climático

En honor a la verdad se debe decir que Trump no es el primer líder del mundo que toma la decisión de negar la existencia del fenómeno del cambio climático. Antes que él los presidentes Putin, de Rusia, y Sarkozy, de Francia, ya habían expresado sus reservas sobre el tema. Ellos afirmaron en su momento, al igual que Trump, que el cambio climático es un fenómeno natural y que no tiene nada que ver con la actividad humana. Con esa tesis  muestran su desconocimiento del tema y niegan las evidencias que existen al respecto, además de despreciar las evidencias científicas al respecto. Lo anterior no sería preocupante si no estuviéramos en riesgo en el resto del planeta por esas posturas.

Medios respetados como la revista “Nature” han denominado a Trump como “el primer presidente anticientífico en la historia de los Estados Unidos de América”. Entre todas las cosas que al respecto dijo el actual Presidente, manifestó que nadie le llegaría a prohibir el uso de su laca para el pelo, puesto que era una mentira que esto afectara el medio ambiente y no había evidencia científica al respecto.

Esto significó, de una u otra manera, una importante votación en estados sumidos en una profunda depresión económica y que están ávidos de empleos nuevos generados por industrias impulsadas por menores controles ambientales.

La pregunta que surge en este momento es ¿Cumplirá sus amenazas al medio ambiente? Lamentablemente la respuesta es que sí. Aunque en su calidad de Presidente tiene vía libre limitada, en cuanto a políticas ambientales tiene el camino despejado totalmente, tanto que ya está tomando medidas al respecto.

De otra parte se debe tener en cuenta que el Acuerdo de París no es vinculante. Pero aunque lo fuera, el problema no radica en si permanece o no en el marco del acuerdo, sino más bien en qué va a hacer Estados Unidos: cumplir la palabra empeñada en su nombre por el presidente Obama o, por el contrario, torpedear el acuerdo.

La sola mención de la posible salida de ese país del Acuerdo de París ha desatado las alarmas en países de economía emergente como China o India. Sería un retroceso de décadas en la lucha por el ambiente y generaría una expectativa de incumplimiento de la meta de restringir el aumento de la temperatura global a 1.50C para 2022.

Internamente en los Estados Unidos el cambio climático divide más las opiniones que el aborto. De alguna manera podemos prever que esta presión social podría contener en algo las actuaciones de Trump. De alguna manera el tema está siendo incorporado a un paquete de ideologías que divide la sociedad y no se permite la argumentación científica sobre el asunto. Por alguna extraña razón, cada día más se identifica el tema del calentamiento global con los socialistas o los pro-europeos y, en últimas, con los líderes demócratas.

El muro

La otra promesa de Trump consiste en la construcción de un muro fronterizo, que en algunos sitios ya existe y que si bien puede tener efectos en el control migratorio, amenaza con generar graves problemas ambientales a lado y lado de la frontera.

A manera de ejemplo se puede observar que durante el año 2011 y a raíz de la obstrucción de un desagüe generada por un muro transfronterizo, se vivieron graves inundaciones en Nogales, México.

Sin embargo el problema no es exclusivamente de los cauces hídricos que, de una u otra forma, se podrían solventar con obras adecuadas de hidrología. El problema tiene otros aspectos igualmente graves. Por ejemplo, que las cuencas tengan territorio a lado y lado de la frontera. En este marco, cualquier muro genera efectos a ambos lado de la frontera en infraestructura, terreno, drenajes, migración y reproducción de especies, entre otras. Esto generaría el daño de numerosos y diversos ecosistemas, algunos de ellos endémicos, lo que implicaría una inmensa pérdida para la humanidad.

Así las cosas, habrá que confiar en que prime la cordura, la presión social interna y la presión internacional. Así quizá logremos que el impacto sea menos fuerte en términos de los daños generados al ambiente y pasaremos de cantar “Dios salve a América” a  “Dios salve al planeta”, pues no se puede olvidar que el mayor porcentaje de aporte de gases de efecto invernadero del planeta pertenece a los Estados Unidos.

* alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255