Temen que ofensiva del crimen organizado salga de cárceles | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Domingo, 22 de Enero de 2017
Redacción internacional con AFP

EL gobierno brasileño ha intentado, en vano, durante toda la semana recuperar  el control de las cárceles para frenar las matanzas entre bandas y alejar el creciente temor de una inminente ofensiva de organizaciones criminales, como la que en mayo de 2006 se registró en Sao Paulo.

La crisis carcelaria ha causado hasta el momento más  de 140 muertos en diferentes presidios y sigue muy caliente en la penitenciaría de Alcaçuz, en Natal, con presos de grupos rivales atrincherados después de la rebelión del pasado fin de semana donde 26 reclusos fueron asesinados.

Militares brasileños comenzaron a patrullar desde el viernes  las calles de Natal al cumplirse ocho días de la rebelión en el presidio.  Mientras los reclusos seguían el viernes moviéndose libremente por la cárcel, los primeros efectivos de las fuerzas armadas comenzaron a desplegarse por puntos turísticos de esta ciudad tropical que en los últimos días sufrió actos de vandalismo por parte de miembros de las bandas.

Pero los militares no entrarán a los presidios en conflicto, tal y como había avanzado la Presidencia al aceptar la petición del gobernador de Rio Grande do Norte, cuya capital es Natal, de "envío inmediato" de efectivos a la ciudad.

"Las Fuerzas Armadas no van a sustituir a las policías de los estados. La participación de los militares les liberará para actuar en otras áreas. No vamos a permitir que el crimen impere", afirmó el ministro de Defensa, Raul Jungmann, en su visita este viernes a Natal.

Entre ayer y hoy, la ciudad recibió a 1.846 militares que patrullarán las calles, protegerán carreteras, estaciones y se instalarán en puntos estratégicos.

El panorama en la ciudad es aterrador. Pueden verse  en una terminal de la ciudad los” esqueletos calcinados”  de varios de los 21 autobuses que fueron quemados la noche del miércoles en la capital, y en otras cinco localidades del estado, en protesta por la transferencia de 220 presos de Alcaçuz a otras unidades.

Desde entonces, el servicio de transporte urbano se suspendió, aunque estaba previsto reanudarse hoy.

La seguridad de la ciudad, sin embargo, sigue dependiendo de la tensa calma que se vivió durante el viernes en esa prisión donde por momentos se convierte en campo de guerra.

Enfrentados salvajemente desde la masacre, miembros del denominado Sindicato do Crime RN y del Primer Comando de la Capital (PCC) se lanzaron a una batalla campal en el patio con palos, piedras y armas blancas. Para tratar de separar los bandos, la policía lanzó balas de goma y gases lacrimógenos desde los muros que rodean el penal.

Los ánimos se calmaron con la entrada de varios policías del Batallón de Operaciones Especiales, que abandonaron después la prisión.

La guerra por el control del tráfico de cocaína entre presos del PCC y las facciones rivales, empezando por el Comando Vermelho y sus aliados como el Sindicato do Crime, dejó ya cerca de 140 muertos desde inicios de año, muchos de ellos decapitados.

Las principales masacres se produjeron en Manaos (56 muertos) y Roraima (33), ambas en el norte, así como en Natal (26).

A las puertas del centro, familiares aseguran  que reclusos de la facción local Sindicato do Crime RN, a la que pertenecía la mayoría de los asesinados el pasado fin de semana, trataban de vengarse por la matanza e invadir el pabellón donde se encontraban sus rivales del poderoso PCC.

"Sólo tenemos un objetivo: arrancar las cabezas del PCC y lo vamos a hacer. Somos de aquí y no vamos a dejar que estos tipos dicten sus leyes en nuestra casa", gritaba un preso en un video que envió a su mujer, al que tuvo acceso la AFP.

 Desafío al Estado

Según Robinson Faria, el gobernador de Rio Grande do Norte, cuya capital es Natal, las autoridades tratan de evitar una fuga masiva después de que el PCC amenazara con incendiar la ciudad si sus líderes eran transferidos de cárcel.

Lo ocurrido en Alcaçuz "fue una barbarie que nunca vi en mi vida. Hicieron una hoguera con cabezas de seres humanos", añadió ante periodistas en Brasilia, donde fue recibido por el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes.

La policía intervino el lunes en Natal para trasladar a seis presuntos líderes del PCC a prisiones federales, pero no fue suficiente para retomar el control en este penal con capacidad para 620 reclusos que alberga a 1.083.

"Es un momento dramático porque el PCC está desafiando no solo al Estado, sino también a los sindicatos [carteles] regionales del crimen para comandar el tráfico de drogas. Es una guerra de facciones y destruyeron todo el presidio", afirmó el gobernador.

La superpoblación en unos penales muchas veces insalubres que operan a un 167% de su capacidad es vista por los expertos como el caldo de cultivo ideal para el dominio de las bandas que tienen en los presidios sus centros de operaciones.

Sao Paulo 2006, pavoroso recuerdo

La crisis carcelaria que tiene en vilo a Brasil generó temores de una inminente ofensiva de organizaciones criminales, como la que en mayo de 2006 paralizó Sao Paulo, el centro industrial y financiero del país.

El Primer Comando de la Capital (PCC), creado en 1993, desató el 12 de mayo de 2006 la mayor ola criminal jamás registrada en el gigante sudamericano, atribuida a planes de trasladar a Marcos Willians Herbas Camacho, alias Marcola, el cabecilla de la banda, así como a otros 700 dirigentes del grupo, a prisiones de alta seguridad.

Los miembros del PCC atacaron comisarías y vehículos policiales y al día siguiente extendieron los atentados al interior del Estado. En tres días, se registraron unos 200 ataques, que dejaron alrededor de 90 muertos.

El 15 de mayo, la población de Sao Paulo, amedrentada por el poder de fuego del PCC y por los rumores, abandonó sus puestos de trabajo. Las escuelas y universidades cerraron y el transporte público dejó de funcionar, obligando a millones de personas a regresar a sus hogares a pie. En pleno día, la bulliciosa metrópolis quedó literalmente desierta.

La actividad se normalizó el 16, tras una reunión entre "Marcola" con autoridades del estado más poblado de Brasil, cuya existencia fue admitida por el propio gobierno regional.

Otros ataques, de menor envergadura, se produjeron sin embargo en los días siguientes. Algunos balances señalan más de 500 muertes en dos semanas, incluyendo policías, miembros del PCC y simples transeúntes.

Las mafias, o la "ideología del lucro"

El jurista Walter Maierovitch, exsecretario nacional antidrogas (1999) y presidente del Instituto de Ciencias Criminalísticas Giovanni Falcone, cree que los sucesivos gobiernos, federales y regionales, hicieron poco y nada para impedir que una situación como la de 2006 se reproduzca, "fuera de acuerdos con el crimen organizado, que no se deben hacer".

"El Estado siempre actúa cuando la puerta ya está derrumbada. Dejó los presidios en manos de las organizaciones criminales", afirmó el jurista a la AFP.

Pero ello no significa que el PCC prepare un nuevo golpe de esa envergadura.

"Es difícil entender la lógica de una organización criminal", dice Maierovitch, que recuerda que la mafia italiana "se sumerge" cuando hay una ofensiva en su contra, para resurgir cuando las aguas se calman.

Lo único cierto es que "la ideología de las organizaciones criminales es siempre el lucro", concluyó./