"Hicimos algo que nos hubiera gustado que Neruda leyera" | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Babilla Cine
Domingo, 15 de Enero de 2017

Un renombrado poeta, un desconocido inspector y una cacería legendaria. Esas solas tres frases encierran la trama de “Neruda”, la  más reciente película del director Pablo Larraín y en la que plasma sólo uno de los múltiples capítulos de la vida de este prolífico autor y leyenda literaria.

El escenario obviamente es Chile y la época, 1948. La cinta comienza cuando en el Congreso, el senador Pablo Neruda (Luis Gnecco)  acusa al gobierno  de traicionar al Partido Comunista y es desaforado por el Presidente  González Videla (Alfredo Castro).  Se le ordena al prefecto de la Policía de Investigaciones Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal) que aprese al poeta. Neruda intenta huir del país con su esposa, la pintora Delia del Carril (Mercedes Morán), pero se ven forzados a pasar a la clandestinidad.

Inspirado en los dramáticos eventos de su nueva vida como  fugitivo, Neruda escribe su épico Canto General. Mientras tanto, en Europa la leyenda del poeta perseguido por el policía crece y los artistas, liderados por Pablo Picasso, claman por su libertad.

Sin embargo, Neruda ve la lucha con su enemigo Peluchonneau como una oportunidad para reinventarse. Juega con su perseguidor, dejando pistas para que la persecución sea peligrosa e íntima.  En esta historia del poeta perseguido y su implacable adversario, Neruda ve la posibilidad de convertirse en un símbolo de libertad y una leyenda  literaria.

El cineasta chileno, Pablo Larraín, quien debutó en 2005 con su película “Fuga” y se catapultó al estrellato del séptimo arte con dos taquillera como lo fueron “No”, “Jackie” y “El Club” habla sobre ésta, su sexta película y las razones por las cuales se decidió  esta vez por un biopic (género biográfico).

 “Vemos y sentimos a Pablo Neruda como un creador tan complejo, extenso y prácticamente infinito, que es imposible meterlo  dentro de una caja, dentro de una sola película que pretenda  configurar o definir su personalidad y su obra de manera acabada y definitiva.  Por eso elegimos la fuga, el policial y la leyenda literaria. Para nosotros “Neruda” es un biopic falso porque no nos tomamos tan en serio la idea de retratar al poeta, sencillamente porque no es posible. Por eso decidimos elaborar una película desde la invención y el juego. Para que la audiencia pueda volar con sus poemas, su memoria y su ideología comunista de guerra fría”, sostiene el director.

.¿Cómo absorbe Neruda en su vida artística los hechos que ocurren en el Chile de los 40s, y cómo se acercó a esa noción?

Durante este escape, Neruda escribió buena parte del “Canto General”,  quizás su libro más macizo, complejo y arriesgado, pues se sintió inspirado  por todo lo que vio y vivió mientras escapaba. Sus textos están llenos  de furia y delirio, llenos de sueños terribles, y llenos de una descripción cósmica de una Latinoamérica en crisis, rabiosa y desesperada.

Neruda construyó un testamento político, de guerra, de ira y de poesía  mientras escapaba, lo que nos abrió las puertas a imaginar un delirio policial,  ya que al igual que el poeta y su obra, la película construye un cruce entre  el arte y la política desde un punto de vista cinéfilo y literario

¿Por qué eligió el escape de Neruda?

Neruda amaba las novelas policiales, por eso la película se plantea como  un road movie con tintes policiales; géneros que implican un cambio y evo lución en los personajes, y en nuestro caso, a partir de la voluntad del absurdo y la farsa. Pensamos en el paisaje y el deambular, como un dispositivo transformador e iluminador. Nadie termina igual que como empieza, ni el cazador  ni la presa.

Nosotros nos inventamos un mundo como Neruda se inventó el suyo. Hicimos una película “nerudiana”, más que una película sobre Neruda, o quizás ambas cosas. Hicimos una novela, que nos habría gustado que Neruda leyera.

El protagonista

Luis Gnecco es quien encarna a Neruda  y también dio sus impresiones sobre ese rol y la película que ya está en todas las carteleras latinoamericanas, norteamericanas y varias europeas.

¿Qué significa  interpretar a un personaje tan reconocido?

Para hablar sobre lo que para mí  ha significado abordar a Neruda,  me parece interesante reflexionar  sobre la interpretación. Interpretar  me suena más bien a realizar una  lectura específica sobre una pauta  ya trazada y no al desafío de trazar  aquella línea, que es lo que aquí  operó. Actuar tiene que ver con  juntar materiales con los que dibujar esa línea y estar tan dispuestos a defender ese trazo como a modificarlo para establecer un diálogo.  Es en aquella operación, siempre peligrosa, donde el actor habita y se  nutre.

Desde este punto de vista, pretender “interpretar” a Neruda, me  parece un acto erróneo. Esta reflexión la hago a partir de mi angustia inicial al comenzar con el trabajo del dibujo de aquella bitácora: pretender asir la vida infinita de este gigante cuya existencia bien podría ser el epítome del gran artista de su tiempo, me sumió en una especie de auténtico estupor y desconcierto del que fui saliendo con no poca emoción al cabo de rasguñar, sólo rasguñar, más no se puede hacer,  parte de su vasta obra.

Contradictorio siempre, delicado como nadie, lujurioso, hedonista, a la vez que comprometido y  militante. Preclaro y determinado desde niño, feble a veces, incluso superficial. Rotundo, valiente,  aventurero y elegante. En todo momento brillante bendecido por la luz  del genio, e inspirado por la musa de la pasión, que de existir, en su caso sería ciega y obstinada.

El significado de haber hecho el intento de trazar mi propia línea temporal en una biografía así de vasta y exuberante es tan sencillo como haber dicho que sí al director, decirle que sí estaba dispuesto  a hacerlo, sabiendo que en el mero hecho de aceptar aquel desafío, aceptaba también toda posibilidad de satisfacción posterior.

¿Cómo influye Pablo en la construcción de Neruda  durante el rodaje?

Pablo Larraín es un director y un artista que, como muy pocos, entiende y conoce muy bien la forma en que sus actores se sumergen en un texto, y abordan una historia, al punto de saber o intuir por dónde van a desaparecer en sus aguas y por dónde van a emerger. El gesto generoso que él realiza siempre, es invitar desde un lugar muy empático a aquella aventura. Este lugar resulta empático porque nace de su propia e íntima exposición.

Te enfrentas, entonces a un trabajador incansable que te invita cada día que llegas al set a tejer una filigrana donde el material que traes es cardado una y otra vez, de manera que la propuesta de una trama se convierte en un tejido  cuyos nudos no eran los que perabas ni estaban en el lugar que  habías elegido.

Como dije anteriormente, mi  angustia inicial al abordar a Neruda y presentar una propuesta de trama al director (si es que eso era posible en este caso) se vio disipada con el cálido reconocimiento que él me hiciera que no tenía tampoco un plan determinado para aquel tramado y sólo precisaba de mi determinación para urdir y mi confianza en que  aun cuando aquel trabajo sería anudado y vuelto a desanudar mil veces, en este telar éramos necesarios los dos, desde el primer hasta el último nudo de la pieza.

El elenco de esta nueva apuesta cinematográfica de Pablo Larraín lo completan  Gael García ( Oscar Peluchonneau) Mercedes Morán (Delia del Carril) Diego Muñoz ( Martínez)  Pablo Derqui (Víctor Pey),  Michael Silva ( Álvaro Jara), Jaime Vadell (Jorge Alessandri) , Alfredo Castro ( Gabriel González Videla),  Marcelo Alonso (Pedro Domínguez),  Francisco Reyes (Bianchi),  Alejandro Goica (Jorge Bellet) y Emilio Gutiérrez Caba  (Picasso)./EL NUEVO SIGLO con información de Babilla Cine