Estados Unidos, ¿en decadencia? | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Enero de 2017

Se esperaba que el discurso de posesión del presidente Trump hubiera sido más esperanzador, más inspirador del optimismo; se prefería un discurso que recogiera los lineamientos básicos de su política internacional y sus planes y proyectos como gobernante en los diferentes temas de la agenda mundial. Fue un mensaje dirigido a sus electores anunciando que iba a trabajar más para adentro que para afuera.

Las palabras de Trump sugieren que Estados Unidos está en decadencia. A este respecto el escritor Dominique Moïsi se pregunta en su libro La geografía de las emociones, “¿han perdido los Estados Unidos, el país de la esperanza y los sueños su sentido de ser una misión única, y se han convertido, como Europa, en una Nación del miedo?” El mismo Moisi se responde diciendo que “la realidad de la decadencia estadounidense está calando poco a poco en diversas formas. El derrumbe de su infraestructura desde puentes hasta ferrocarriles a veces hace pensar en una Nación en desarrollo que en el mayor poder del mundo; la falta de interés de los soldados estadounidenses por aventura extranjeras; el aumento del uso de drogas, la violencia y la falta de perspectivas entre los jóvenes”.

Estados Unidos fue la Nación más querida a partir del Día D, de 1944, que salvó al mundo del oscurantismo totalitario. “Fue el cenit del idealismo y heroísmo estadounidense”. Luego, como guardián de Occidente, vinieron las guerras de Corea, que no significó propiamente una victoria militar para las tropas norteamericanas; la guerra del Vietnam, que desgarró al mundo y dejó el sabor de una derrota política; la guerra en los Balcanes, la guerra de Irak, el conflicto en Siria, entre otras, que le han generado una distancia con Europa y granjeado la antipatía de otros países.

Alguien anotaba que en el último siglo y medio se han hecho más descubrimientos científicos y más avances tecnológicos que en todos los miles de años transcurridos desde que el ser humano apareció sobre la tierra. El siglo XX presenció un salto histórico gigantesco en el dominio de la física, la química, la medicina, la astronomía, la biología, del conocimiento del universo, y ello se debe al gran poder y apoyo de los gobiernos de los Estados Unidos.

El verdadero poder, la auténtica potencia de los Estados Unidos no está, como hemos creído, en sus cuarteles, ni en sus arsenales atómicos, ni en Wall Street, ni en sus grandes industrias. Su gran poder está en las aulas de sus grandes universidades, las mejores del mundo. Está en sus modernos centros de investigación, en sus laboratorios. Como en una versión moderna de la legendaria biblioteca de Alejandría, de la cual se decía que contenía todo el conocimiento de la antigüedad, los norteamericanos acumulan en sus universidades todo el conocimiento científico universal. Con una concentración de tal magnitud, que, aún países que ayer eran líderes intelectuales del mundo, como Alemania, Inglaterra y Francia, parecen rezagados hoy en el conocimiento científico. Por eso Estados Unidos mantendrá su liderazgo por mucho tiempo.