Eclipse del socialismo francés | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Enero de 2017

El anuncio tiempo atrás en torno a que el presidente de Francia, Francois Hollande, descartaba ir a una reelección no tomó a nadie en ese país por sorpresa. El desprestigio de mandatario socialista era y es tal que habría sido un suicidio político una postulación suya, puesto que precisamente son las clases desvalidas las más inconformes con su gestión, en cuanto el grueso de la opinión pública considera que no sólo que incumplió muchas de sus promesas, sino que debilitó gravemente la institucionalidad. A su turno, los estratos más altos lo abominan por la carga de impuestos a la que los sometió.

Pese a la ceguedad que suele afectar a los inquilinos del Elíseo sobre su capacidad de convocatoria y el margen de acción para lanzarse a aventuras electorales, los asesores del gobernante lograron hacerle entender que no había cómo sacarlo del bache de impopularidad y el lastre de un gobierno signado por la sombra de la mediocridad en resultados, el coletazo del terrorismo, el retroceso en el liderazgo europeo y la cascada tributaria.

Es evidente que Francia encalló en materia política exterior por falta de maniobra geopolítica y haber perdido la iniciativa. Lejanos esos tiempos del general Charles De Gaulle, cuando el ilustre hombre público desafiaba a las grandes potencias y hacía sentir el prestigio de dirigir con sabiduría y orgullo a los galos. El pueblo se siente hoy frustrado, la política decepciona y la economía no responde. Numerosos jóvenes profesionales no encuentran empleo y la llegada masiva de refugiados del Medio Oriente así como de las antiguas colonias africanas ha facilitado el crecimiento de los guetos raciales en donde se incuba el terrorismo que ha golpeado al país en los últimos dos años.

Hollande es el primer presidente de épocas recientes que decide no optar por un nuevo mandato y eso dice mucho. Aunque la concentración del poder en el gobernante tiende a facilitar la reelección, vanas fueron las convocatorias de unión y respaldo al Ejecutivo tras esos atentados. La división y polarización fueron más que evidentes. Durante el actual mandato Francia dejó de ser la quinta potencia económica mundial, siendo superada por el Reino Unido. Incluso, España la supera en varios rubros pese a la crisis económica que recibió Mariano Rajoy de manos de su antecesor. El gobierno Hollande se había comprometido a reducir el déficit público a 3,3% del PIB para 2016, según los dictados de la Comisión Europea, meta que incumplió. El mandato socialista tampoco hizo las reformas que demandaba un sistema productivo en proceso de debilitamiento y que causa el rezago frente a otros países de la Unión Europea. 

Hoy por hoy el Partido Socialista busca candidato. Algunos dan como el más probable al ex primer ministro de Hollande, Manuel Valls, aunque apenas se está en la etapa de las primarias. Otros aspirantes son los exministros Arnaud Montebourg y Benoît Hamon. Pero para muchos el aspirante más fuerte de la izquierda no sería ninguno de ellos sino otro ex colaborador de Hollande, el exministro estrella Emmanuel Macron, quien que rompió filas con los socialistas y se lanzó de manera independiente. A todos, sin embargo, los lastra el peso de un gobierno mal calificado por la mayoría de la población.

En la otra orilla política y electoral está la derecha. Los conservadores, al tanto del desgaste del exmandatario Nicolas Sarkozy, se decidieron por un cambio en las primarias de su partido, dando el triunfo al dirigente moderado Francois Fillon, que obtuvo el 66,5 por ciento de los 4,3 millones de votantes. El ahora candidato oficial es un político de tiempo completo, experimentado y reconocido por su talento de crecerse en las dificultades. De allí que muchos consideran que puede ser el llamado a darle un vuelco a la política francesa y enrutar de nuevo al país.

En la extrema derecha, ahora un tanto moderada, está Marine Le Pen, que busca imitar el esquema de política nacionalista de que le dio el éxito a Donald Trump.

Como se ve, es muy complicado el panorama político en Francia de cara a las elecciones del 23 de abril, en primera vuelta, y las definitivas, el 7 de mayo. Incluso, frente a la posibilidad de que en el balotaje definitivo las urnas se inclinarán por favorecer a Le Pen, tanto los conservadores como la izquierda barajarían la eventualidad de un frente unido para llegar al poder y contener el avance de la extrema derecha. Pero, por ahora, falta ver cómo se desarrolla la campaña.