En Bogotá pasan de buscando a Nemo a matando a Nemo | El Nuevo Siglo
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Domingo, 15 de Enero de 2017
Alvaro Sánchez

Ante las actuaciones de algunas autoridades ambientales solemos preguntarnos cuál es la verdadera función de las mismas. Quiero manifestar que aunque algunas veces supongo que sé las definiciones de dichas obligaciones, en otras siento que se desenvuelven en una especie de mundo paralelo que dista de mi entendimiento.

La última vez que esto ocurrió fue en días pasados cuando la Secretaría Distrital de Ambiente tomó la decisión de “aplicar la eutanasia a los peces rescatados del acuario instalado en el centro comercial Atlantis Plaza”. Dicha decisión deja más dudas que certezas y muestra a las claras que no siempre las autoridades ambientales protegen como debieran el ambiente que las rodea.

Algunos dirán que no es necesario ni útil armar un escándalo por 40 animales de diversas especies que, de alguna manera, no significan una disminución en la población de las mismas y que no constituyen ataques a animales en vías de extinción. Otros han puesto el ejemplo de los daños ambientales causados por el pez león en el caribe colombiano. Ninguno de los dos justifica la absurda y desproporcionada medida de la Secretaría de Ambiente. La primera aseveración equivaldría a justificar el asesinato de una persona por cuanto no es una parte significativa de la población mundial y, la segunda, a determinar la muerte de un ser humano porque otro, en otra parte del planeta y en condiciones diferentes, cometió un atentado.

Sin controvertir las razones por las cuales los animales fueron llevados al “Centro de Recepción y Rehabilitación de Flora y Fauna Silvestre”, sí es importante discutir el procedimiento seguido y las consecuencias finales de dicho procedimiento.

También es discutible el hecho de ignorar sistemáticamente la solicitud de centros de investigación reconocidos para permitir la conservación con vida de estos animales con el propósito de investigar sus hábitats, sus costumbres e inclusive el peligro que hipotéticamente pudiesen representar a nuestros ecosistemas.

La entrega de los animales incautados a dichos centros no solo hubiera podido significar la salvación de los mismos sino quizá hubieran servido para aumentar el conocimiento que hoy se tiene sobre las especies incautadas.

Interrogantes

¿Qué tantos peligros representaban estos animales? Para responder a esta pregunta se deberían tener en cuenta varios aspectos: su probabilidad de reproducción, sus hábitos, su posibilidad de sobrevivir fuera del medio en que estaban siendo mantenidos y su capacidad de transmitir enfermedades que pudieran afectar a otras especies. Este análisis no se realizó y la medida que la Secretaría de Ambiente denomina “eutanasia” fue aplicada sin fórmula de juicio a animales indefensos, cuya única defensa, precisamente, debería estar en las autoridades ambientales que terminaron matándolos.

Sin embargo es posible hacer un barrido de las especies atacadas y determinar la probabilidad de que hubieran causado los daños que justificaran la medida adoptada.

Las principales especies afectadas fueron las siguientes;

Tiburón bambú: este animal es un pez que en la edad adulta no llegará a superar los 60 o 70 centímetros de longitud, originario del océano Índico y con alguna presencia en el oeste del océano Pacífico. Se trata de un animal prácticamente inofensivo que jamás ataca a los seres humanos y que no puede sobrevivir fuera del agua salada por más de 4 minutos. La probabilidad de que llegue a sobrevivir en otro medio es nula.

Estrella de mar: existen 1.972 especies de estrellas de mar identificadas en el mundo. Una de sus principales características es la de no tener sangre ni cerebro. La mayoría de las especies miden de 12 a 24 centímetros y están distribuidas en todos los océanos, tanto en ambientes fríos como tropicales. Tampoco puede sobrevivir largos tiempos sin estar en su medio, se reproduce por desmembración y podrían llegar a constituirse en amenaza para otros ecosistemas si se saca de su hábitat a otro hábitat libre. No existe la menor posibilidad de que se desplace por sí sola a más de 50 centímetros en tierra.

Pez cardenal: es básicamente un pez ornamental de muy poco tamaño, llamado también “pez Banggai” por ser endémico de las islas del mismo nombre. No sobrevive fuera del agua salada y no tiene posibilidades reales de causar daño a ecosistemas de la Sabana de Bogotá.

Pez mandarín o dragón: es una especie de pez de gran colorido y de origen en el Pacífico norte. Tiene su hábitat natural en el Pacífico sur, de poco tamaño (6 centímetros en promedio) y, como los anteriores, no es agresivo y no sobrevive fuera del medio salado.

Pez payaso: curiosamente este es uno de los pocos animales del acuario que hubiese podido constituir una hipotética amenaza a algunos ecosistemas, básicamente por las siguientes razones: la primera es que puede cambiar de sexo según sus necesidades y, por lo tanto, podría hipotéticamente llegar a reproducirse solo; la segunda es que se puede desplazar por cientos de kilómetros buscando hábitats agradables; y, la tercera, que se cree que podría adaptarse al agua dulce. Al contrario de los mamíferos, las hembras suelen ser de mayor tamaño que los machos.

Pez cirujano: quienes tienen acuarios muestran un favorecimiento por esta especie por su color azul profundo. No representa peligro aparente para otros ecosistemas, no sobrevive en agua dulce y es bastante conocido por ser la especie a la que pertenece Dory en “buscando a Nemo”. A propósito, Nemo es un precioso ejemplar de pez payaso.

Camarón limpiador: esta especie recibe su nombre gracias al carácter omnívoro del mismo. No vive más de tres años en su medio natural y no más de dos años en cautiverio. Es un limpiador ideal para los ecosistemas marinos y no es muy posible que genere peligro a ningún ecosistema de este tipo.

Conclusiones

Habría varias cosas que decir al respecto. La primera es que la eutanasia, según la define el diccionario, es la ayuda a un enfermo terminal para morir sin dolor. Me pregunto ¿Cuáles eran los enfermos terminales entre estos animales?

La segunda es que de todas las soluciones posibles la peor era generar la muerte de algunos animales que podrían haber tenido otros destinos.

La tercera es que alguien debería hacer responder a la Secretaría por semejante conducta contraria al deber ser de una autoridad ambiental.

Y, por último, esto no puede terminar en el olvido pues constituye un comportamiento contrario a la defensa y protección del medio ambiente.

Podría terminar diciendo que estamos pasando de buscando a Nemo a matando a Nemo.

* alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255