Cuando cae la noche empieza la aventura de vida | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 8 de Enero de 2017
Jorge E. Castellanos

El moderno reloj marca las 5.47 de la tarde y registra coordenadas 6.48.86. Latitud Norte y 73.03.88 longitud oeste. Igualmente precisa 18 grados centígrados y una altura de 1650 mts.

Estamos frente al anchuroso Valle de San José. Hemos llegado procedentes de Mogotes, la aguerrida población santandereana donde se produjo la primera chispa de rebelión americana en contra del poderoso yugo español, en razón al tributo desmedido para el tabaco que impuso la corona a los productores regionales.

El recorrido de 12 kilómetros por carreteable aceptable nos ha gastado 30 minutos. A poco de 50 metros, después de atravesar  una cerca, hemos dejado la polvorienta carretera que conduce a este  valle y por una pequeña hondonada hemos topado con el increíble Hoyo de los Pájaros.

Es el enigmático paraje mogotano que alcanza una profundidad real de 98 metros y un  diámetro no superior a 30 mts, donde el ocaso da lugar, todos los días, al comienzo de la vida viajera, en medio de la penumbra, de los guácharos que buscan en el nocturno su alimento; desde luego, justo cuando otros seres vivos dejan que sus músculos duerman y ambiciones fenezcan, inevitablemente, a la espera del nuevo amanecer.

Son aves de la noche, de plumaje alechuzado, catalogadas por los científicos en el género de las cipselomorfas, especie steatornis cariopensis, de excepcional trabajo en equipo, de visión perfecta en la oscuridad y de planeamiento excepcionalmente detallado para lograr, a diario, increíbles metas de éxito rotundo en la caza de su provisión, viajando distancias que verdaderamente nos asombran.

El fondo del firmamento, en lo recóndito del costado occidental, a estas horas, anuncia el comienzo del fuerte verano pues aparece adornado espléndidamente, en el más fascinante espectáculo del atardecer, por arreboles diseñados celestialmente con sublimes gamas de colores que distinguen, en armonía policromática, entre crudos ocres, fuertes fucsias y diluidos amarillos, sepias degradadas y refulgentes azules.  Se presencia el más prodigioso espectáculo vespertino en el trópico.

A su vez, contrastadamente, en la bóveda oriental del crepúsculo, las primeras manchas grises y negras indican que pronto la oscuridad llenará su infinito espacio terrestre, irremediablemente.

Frente a este panorama, se escuchan los primeros aleteos y graznidos complementarios que infunden escozor y que provienen del interior del hoyo. Los guácharos padres así instruyen a sus hijos y dan la orden a sus equipos compañeros de viaje para que inicien la extensa travesía nocturna en la búsqueda de alimentos.

La aventura puede llegar hasta el Magdalena medio, hasta San Vicente de Chucurí, una población distante desde Mogotes a unos 80 kms en línea espacial, dado que se han encontrado pepas de cacao y de palma africana en el interior del hoyo, las cuales abundan por este sector santandereano, contorno de las riberas del Rio Grande, en su sector medio. Mogotes dista 33 kms de la capital turística santandereana, San Gil.

Minutos después, los aleteos crecen intempestivamente y los graznidos sobreabundan, sobrecogiéndonos misteriosamente pues el día agoniza y la prisa de la noche acelera.

El hoyo se asemeja muchísimo a una olleta, pues su boca es menor y su fondo es más grande.  Allí se condensa la vida copiosamente. Es, asimismo, génesis del compendio de la creación universal del Omnipotente. 

Contiene exuberancia de plantas y de aves diurnas y nocturnas maravillosas que nacen y perduran bajo la sinfonía permanente de las aguas que en su interior se estrujan.

Vale decir, resumidamente, que en su interior se escucha el movimiento de un caudal de agua que se desliza y grita por entre la garganta rocosa y existe, adicionalmente, un complejo vegetal y de avifauna interesante. 

Además de múltiples expresiones de vegetación que lo adornan, entre ellas, palmas, aguacos, espinos, arbustos y helechos, esta biodiversidad está acompañada por diferentes especies de aves tales como murciélagos y pájaros denominados localmente aviones por que descienden como una ráfaga. Se dice que en el fondo hay cangrejos que deambulan por encina del guano, producto que termina petrificándose con el paso del tiempo.

Ahora bien, la poderosa y magna estrategia trazada por los líderes de los guácharos para el crucial y largo periplo, ya está en vertiginosa marcha.  Varios líderes precursores han salido del hoyo raudamente y con movimientos en espiral y también en forma de círculos y con aleteos sórdidos, intempestivamente, han sobrevolado el lugar, marcando la ruta. Luego se han perdido fugazmente en el horizonte. Son los pioneros de la expedición.

Entonces, los desplazamientos se incrementan. Primero, se aprecian en parejas y luego por bandadas que van creciendo, claro está, prosiguiendo el orden establecido por el liderazgo y de esta forma, los escuadrones de pájaros, van migrando, sorpresivamente, ante nuestros ojos y ordenadamente conforme lo han estipulado los aeronavegantes de la comunidad.

El plan de vuelo de diaria realización nocturna, desde tiempos inmemoriales, ha sido impartido hoy claramente. Nada se improvisa. Las salidas o decolajes desde los nidos están seria y metódicamente programadas.

Ciertamente, ante el peligro de la noche trepidante todo el camino trazado tiene que estar absolutamente nítido.  El riesgo es mortal. Los términos, duración y ruta del vuelo están totalmente listos y son reconocidos por todos los viajeros, para alcanzar apropiadamente las coordenadas del puerto de destino. Increíblemente, los guácharos lo saben y van partiendo ligeramente, desde la vanguardia, en formaciones de pequeños grupos que se incrementan cada vez más talvez como la sombra cuando el sol declina. El prechequeo y ulterior chequeo es tarea impajaritable.

La noche se nos viene encima. Todo el entorno es mágicamente asombroso y frenético. Los graznidos de las aves nos ponen la piel de gallina. Los arreboles son tenues y como el día, ya mueren. La oscuridad invade, empero, en el interior de la caverna, las aves migratorias consolidan sus informaciones y se siguen esfumando con aleteos rápidos y velocidades de rayo.

El ocaso ya no permite verlas sino oírlas cuando se estremecen previamente a su partida. Reconocen que viven en la noche, que la oscuridad es su aliada estratégica y que no hay tiempo que perder, pues el alimento deseado para sí y para las crías, está esperando en las comarcas santandereanas.

Señalan la ruta hasta la cual tendrán que llegar. Desafían los vientos, las temperaturas tibias, los fuertes vendavales y descargas eléctricas de la ribera oriental del Magdalena.

A eso de las 6.15 pm de esta noche veraniega de comienzo de año han migrado varios centenares de guacharos, talvez sea mayor el número en este tiempo porque se asegura que en junio, probablemente, muchos estarán incubando a los que han de venir. La retaguardia del ejército de guacharos finalmente nos deja y todo vuelve a una calma estremecedora como la noche. Solo se advierte la presencia de algunos bichos que afanosamente buscan picar nuestra piel. El silencio es rey.

Arracimados sobre la ladera que permite apreciar el abismo del hoyo solo han quedado pájaros diurnos y algunos murciélagos que esperan su turno para lanzar el ataque en el momento indicado. Más tarde el sueño nos vence en una cabaña cercana. Los guacharos regresaron antes de las 5 am. Han transportado alimento fresco y abundante.

La estratégica misión diaria ha sido cumplida y se regresa a base felizmente. Se garantiza hasta la supervivencia de la especie. El vuelo nocturno de cerca de 160 kms de distancia y de 11 horas y algunos minutos más de duración, con dos  aterrizajes, fundamentales, ha tenido culminación exitosa.

Los guácharos descansan y duermen en el día en el hoyo de los pájaros que sigue, desde milenios atrás, preservando  los secretos de la vida bajo tierra. Nosotros regresamos a la casona mogotana dando gracias al supremo Creador, para hacer lo mismo que las aves nocturnas, por esta vez, al tiempo que muchos otros, -maravillados por la oportunidad del nuevo día que amanece fulgurante-, propenden por iniciar la nueva travesía del impajaritable vuelo diario diurno.

Jorgecast06@yahoo.com