Colusión generacional en el lejano oriente | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Domingo, 29 de Enero de 2017
Ernoko Adiwasito

La  semana pasada la Fiscalía General de la República de Corea, envió a la detención a Lee Jae-yong Vicepresidente y heredero único de Samsung, conocido en la comunidad corporativa en el occidente como Jay L. Lee, por presunto pago de US$ 36 millones a la señora Choi Soong-sil, la tristemente famosa asesora espiritual del palacio presidencial, quien pertenece a una vieja secta religiosa del país, y dueña de varias empresas en Corea y en Alemania, a quien está siendo procesada por otros delitos de alta gama, relacionados con el tráfico de influencia.

La consejera Choi, según los medios nacionales allegados al palacio presidencial, llega a tener mucha influencia a la primera mandataria, no solamente en el tema del manejo propio de sus agendas oficiales, sino, inclusive hasta en los asuntos muy personales. 

Según la Fiscalía surcoreana, aparentemente, Jay Lee ha cedido a la presión de la presidente, Park Geun-hiye, para realizar el mencionado pago. Según versiones que circulan en Seúl, y citadas por el NYT, parece ser que dicha suma representaba el costo de la coima que Samsung debía pagar para obtener acceso al Fondo público de Pensión del país para financiar la fusión de dos de sus filiales.  Es de anotar, que la presidente Park, igual como Rashputin Choi, está siendo procesada por diferentes delitos de corrupción, hechos que condujeron a un rechazo total de todas las bancadas políticas en la Asamblea Nacional.

La consecuencia de lo anterior es una aprobación de una moción de impeachment por la mayoría cualificada de dicha Asamblea.  En este momento la Jefa del Estado Park se encuentra suspendida de su cargo, mientras espera la ratificación de la Corte Constitucional, de la decisión anterior, para perfeccionar así, el trámite legal de su destitución.

Ese hecho hubiera sido otro caso más de los escándalos de corrupción en Corea del Sur, si no  fuera porque los protagonistas son de muy alto perfil político, social, económico y son descendientes directos de los actores de la historia moderna del país.  Como es de conocimiento, la presidente actual es, la hija del ex presidente Park Chung hiye, -el padre del desarrollo económico del país- que gobernó con mano dura entre 1961 a 1979, así mismo, la empresa involucrada en el escándalo de soborno, es la joya de la corona de la economía sur coreana.

Samsung representa un conglomerado gigantesco que produce productos desde alfiler, pasando por los productos electrónicos, hasta construcción de los puertos, aeropuertos a escala mundial, así como los gigantescos barcos tanqueros para transportar crudos y gas licuado. Es de anotar que su actual turnover anual asciende a US$290 mil millones y las exportaciones de dicho conglomerado representa el 20% del total de las surcoreanas.  El padre de Yay Lee, Lee Kun –hee, es el presidente y el poder absoluto en el conglomerado Samsung, quien se encuentra enfermo, y está en la espera de que lo reemplace su hijo.

Nexos sector privado y poder público

Es importante mirar los hechos actuales antes descritos, en el contexto histórico del país para entender que la cercanía entre el sector privado y el poder público en Corea del Sur tiene raíces profundas en la historia del desarrollo económico posguerra del país.

La Guerra de Corea que se desarrolló entre los años 1950 y 1953, que terminó con la expulsión a la línea más al norte de la paralela 38, de las fuerzas invasoras comunistas del norte, comandadas por Kim Il-sung (el abuelo del actual dictador comunista del Norte de Corea, Kim Yong–un), dejó al país devastado y con muy alto grado de la extrema pobreza. 

En el Acuerdo armisticio firmado en la localidad del Panmunjon en el 1953, entre las fuerzas comunistas del norte con sus aliados, la URSS y China Popular y los del Sur, nacionalistas, apoyados por EEUU y la ONU, se determinó la división del país, delimitada por una franja desmilitarizada por ambos lados del paralelo 38 norte, mencionado anteriormente.

Tanto era el grado de la destrucción y de la pobreza del país, después de la guerra que, un general americano quien comandaba las fuerzas aliadas, cuando se refería al país muy devastado, expresó, que:” del semejante basurero, es imposible construir un país desarrollado..”

Afortunadamente, tanto para el pueblo coreano como para el mundo, la predicción del miope militar americano no se cumplió.  El primer gobierno de posguerra de Syngman-rhee con ayuda extranjera, americana, principalmente, hizo cimientos para el inicio del programa de la reconstrucción del país, no con mucho éxito.

Como se anotó anteriormente,  a partir del gobierno del presidente Park Chung Hee ( 1961 a 1979), se inició el proceso de la industrialización con fuerte apoyo del Estado a los conglomerados empresariales llamado los Chaebols, consistentes en grandes empresas familiares jerarquizadas verticalmente, como un legado de la cultura budista local; durante muchos años, el sistema de la  gobernanza corporativa se efectuaba por la línea de sangre conectada con el dueño, fundador o, el patriarca; literalmente, chaebol significa ´clan de riqueza´. Actualmente, los chaebols gigantescos, tales como Samsung, LG, Hyundai, SK Group, es la columna vertebral de la economía sudcoreana, el número trece a nivel global.

El modelo de desarrollo de posguerra iniciado por el presidente Park desde que tomó el poder vía golpe del estado, estableciendo un gobierno fuerte, consistía en el cercano apoyo del Estado a los chaebols vía préstamo de los bancos estatales, garantía estatal de sus créditos internacionales y los gigantescos subsidios durante la vigencia del modelo de desarrollo hacia dentro, el de la sustitución de la importación durante la década de los sesenta y setenta ( modelo que fue aplicado también por varias décadas, en América latina) , antes de abrir la economía al siguiente etapa del desarrollo con el  modelo del desarrollo hacia fuera, el  de Export led growth ( exportación que conlleva al crecimiento). 

Conflicto de intereses

Dicha cercanía entre el Estado y los conglomerados ha creado cultura de colisión estatal con los intereses privados a la cual la comunidad en general, inicialmente, no la veía tan grave, dado que, estaba en juego la reconstrucción pos guerra del país vía industrialización y el proceso de la creación rápido y masiva del empleo para construir una sociedad de inclusión.

Veinte años después, durante la Crisis Financiera Asiática del 1997, cuando Corea del sur ya se ha convertido en un poder industrial regional, la economía sudcoreana, fue golpeada considerablemente. Por otra parte, se descubrió que varios chaebols grandes, estaban en dificultades financieras y algunos de los cuales estaban ad portas de quedar paralizados; así mismo, más de uno entre los altos ejecutivos de los conglomerados se han encontrado muerto por ‘suicidio de honor’. El denominador común de las dificultades era el exceso de los endeudamientos en moneda extranjera y, en muchos casos, contaban con guiño del gobierno de turno; con la llegada de la crisis, hubo un retiro masivo de divisas por parte de los inversionistas, principalmente extranjeros, de capitales de corto plazo, convirtiéndose en grave problema para el sector financiero del país.

En este caso, el papel del Estado en la economía iba más allá de ser el regulador y estimulador de los agentes económicos, en el proceso de crecimiento económico, a convertirse en cómplice de los mismos en la comisión de errores de estrategia, así como de su ineficiencia. Es de anotar que la economía surcoreana en ese periodo entonces, ya ha logrado un alto crecimiento sostenible. Se podría decir, que la intervención estatal produjo una situación de colusión entre Estado y los intereses del sector de los conglomerados.

En la crisis actual del conflicto de intereses descrito a principio, muestra hasta dónde una intervención estatal desbordada puede llegar al peligroso nivel de colusión de intereses y, ¡de qué manera!  Un poder ejecutivo sin control institucional, combinado con  oscuro interés de los que lo rodean, crea un ambiente propicio para el despreciable hecho de corrupción, y peligra los logros democráticos de una nación. Los herederos de las dinastías políticas y económicas de un país, no son garantía suficiente para que los asuntos o proyectos del Estado para beneficios de la población, se ejecuten de buena manera y con rigor moral.

(*) Profesor e investigador de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.